El Maestro Darío Echandía y la paz

Columnista Invitado

El 13 de octubre se conmemoran ciento veinte años del nacimiento del doctor Darío Echandía Olaya, conocido por todos como el Maestro, en razón a su ejemplar vocación de servicio a la patria, la que se evidencia con el honesto y destacado desempeño de los más variados cargos públicos desde juez municipal en Ambalema, hasta presidente de la República en tres ocasiones, en calidad de encargado, pasando por su calidad de diputado, magistrado del Tribunal Superior de Ibagué, representante a la Cámara, senador, gobernador del Tolima, ministro de Gobierno, Educación, Relaciones Exteriores y Justicia, además de embajador.

Una vez suscrito el pacto del Frente Nacional, que permitió poner fin a la guerra fratricida que durante décadas enfrentó a liberales y conservadores, el doctor Alberto Lleras Camargo, presidente de la República, designó al doctor Echandía como gobernador del Tolima con la expresa tarea de procurar la pacificación del territorio más azotado por la violencia partidista y rehabilitar las zonas asoladas por la absurda contienda. El Maestro aceptó el cargo con su proverbial humildad afirmando que lo hacía porque “tan grave encargo me ofrece una ocasión incomparable de aplicar, en las postrimerías de una larga actividad pública, los supremos esfuerzos de mi mente y mi voluntad al gran empeño de recuperación del pueblo tolimense al que debo todo: la sangre y el espíritu”.

En el discurso de posesión el epónimo hijo del Chaparral de los Grandes describió la situación que se vivía entonces en nuestro Departamento: “Los campesinos tolimenses, inclinados sobre la tierra nativa, labrada tal vez con primitiva técnica, pero con tenacidad sin reposo y entrañable amor, andan ahora desarraigados, perdidos en la confusión de las ciudades con una herida irrestañable que les causó la ferocidad de los hombres que destruyeron su hogar y arruinaron el fruto de sus largas fatigas…”

Para superar tan lamentable realidad, el Maestro dedicó todo su empeño y sabiduría a buscar la paz en nuestro territorio. Así, visitó las zonas de violencia y mantuvo diálogo con los grupos alzados en armas. De ello da cuenta la anécdota de Manuel Ignacio González, su Secretario en la Gobernación, según la cual, en la entrega de algunos guerrilleros en el Municipio de Planadas, en las horas de la noche se formó de manera espontánea una reunión muy animada con presencia del Gobernador quien luego se retiró a descansar en una escuela pública. Al levantarse el Maestro sus subalternos le comentaron sobre el desarrollo de la velada. Como respuesta al informe, el expresidente exclamó: “Ya casi se puede lograr mi aspiración que he hecho pública de que los tolimenses podamos pescar de noche”.

El recuento de los actos del maestro Darío Echandía, en procura de alcanzar la concordia entre los conciudadanos, debe servir de ejemplo a todos los tolimenses para buscar, sin pausa, la consolidación de una paz duradera y estable. Esa es la mejor manera de honrar la memoria de quien sirvió bien y a tiempo a su patria.

Profesor titular de la Universidad de Ibagué

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