Premio Nobel de Física 2017

Columnista Invitado

El pasado martes 3 de octubre, los físicos Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne fueron galardonados con el premio Nobel de Física 2017, por “la decisiva contribución al detector Ligo y la observación directa de ondas gravitacionales”.

Los tres son estadounidenses, aunque Weiss nació en Alemania. Barish y Thorne, de 81 y 77 años, respectivamente, trabajan en Caltehc, mientras que Weiss, de 85 años, labora en el MIT.

Ligo es la sigla de Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory. Es un observatorio ubicado en Estados Unidos para detectar ondas gravitacionales a través de interferometría laser, conformado por dos detectores separados 3.002 km: Uno ubicado en el noroeste, en Hanford, en el estado de Washington y el otro en el sureste, en Livingston, en el estado de Luisiana.

Las ondas gravitacionales son generadas por cuerpos masivos y acelerados, que al desplazarse alargan y contraen de manera repetitiva el espacio por el que pasan. Einstein predijo su existencia en 1916 y encontró que, al igual que las ondas electromagnéticas, viajan a la velocidad de la luz.

Para detectarlas se requiere que sean producidas por cuerpos muy masivos, como por ejemplo, colisión de agujeros negros (como las observadas en Ligo) o de estrellas de neutrones o por supernovas.

La Colaboración Ligo hizo la primera observación directa de ondas gravitacionales el 14 de septiembre de 2015. Hecho publicado el 11 de febrero de 2016 en la revista Physical Review Letters [1]. La segunda observación se realizó el 26 de diciembre de 2015 y se publicó en la misma revista el 15 de junio de 2016 [2]. A la fecha, la primera publicación tiene mil 842 citas y la segunda, 695 (ver www.inspirehep.net).

En ambos artículos hay alrededor de mil coautores de casi 135 instituciones de 18 países. De América Latina, esta Brasil únicamente.

La importancia de detectar ondas gravitacionales radica en haber logrado entender que el espacio-tiempo se distorsiona, oscila y que se puede describir con gran precisión usando fórmulas matemáticas. Además, se logró desarrollar la tecnología necesaria para detectar estas pequeñísimas oscilaciones (cien millones de veces más pequeñas que un átomo) permitiendo observar nuestro universo de una manera distinta “mediante ondas gravitacionales”.

Hay dos aspectos que queremos resaltar sobre este hallazgo. El primero, es que la observación de ondas gravitacionales es investigación en ciencia básica. La colaboración Ligo contó con el apoyo financiero requerido y no fue interrumpida por tecnócratas que preguntan, con ínfulas de sabelotodo, “¿Eso para qué sirve?”, “¿Cuál es su aplicación?”, desconociendo que para que exista ciencia aplicada es necesario desarrollar ciencia básica previamente. Por ahora no se conocen aplicaciones tecnológicas de este descubrimiento, ellas vendrán unos años después. El segundo, es sobre las organizaciones que se han establecido para hacer ciencia en este campo.

La colaboración Ligo está conformada por muchos investigadores de varias instituciones y varios países.

Algo similar sucede con el experimento LHC (Large Hadron Collider) donde se descubrió el bosón de Higgs, en el 2012. Son colaboraciones que superan lo individual, sin importar aspectos religiosos o ideológicos.

[1] B. P. Abbott et al. (LIGO and Virgo Collaborations), Phys. Rev. Lett. 116, 061102 (2016).

[2] B. P. Abbott et al. (LIGO and Virgo Collaborations), Phys. Rev. Lett. 116, 241103 (2016).

Profesores Universidad del Tolima

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