El desastre de Hidroituango

Columnista Invitado

Cuando el 16 de mayo de 2018 se produjo la comunicación firmada por el Gobernador de Antioquia, el Alcalde y el Gerente General de Empresas Públicas de Medellín (EPM), mediante la cual informaban “oficialmente” que se había desencadenado una emergencia crítica en el proyecto Hidroituango y se ponían a disposición del Presidente para cumplir las órdenes que el Primer Mandatario considerara necesarias para “evitar situaciones qué lamentar”, la mayor parte de la opinión entendió que se trataba de una habilidosa maniobra de los funcionarios para escapar a sus compromisos y endosar sus responsabilidades.

Tal vez así lo interpretó también el presidente Santos quien, en rápida respuesta, les recordó que eran ellos los dueños y gestores de la construcción de la Hidroeléctrica Pescadero Ituango y se limitó a expresar que el Gobierno nacional no iba a escatimar esfuerzos para proteger a la población y reforzar las medidas de prevención a que hubiera lugar.

Con los acontecimientos sucedidos es evidente que ya no es posible soslayar hechos lamentables. Al repasar el oficio remitido por los directivos de EPM se trasluce que, más allá de la intención de lavarse las manos de sus deberes, lo que estaban haciendo era una confesión de incompetencia e incapacidad para afrontar la amenaza que está llevando al fracaso del ambicioso proyecto, por carencia de conocimiento gerencial, sentido de las proporciones y desbordado afán de lucro.

La ausencia de voces autorizadas, como las de universidades o sociedades profesionales, ha conducido a que se tejan toda suerte de versiones en torno al estado real de la obra, por cuenta de la inestabilidad del macizo saturado, los derrumbes de túneles y cavernas. Asimismo, a que se especule con la inminencia de tener que remover la presa, en forma controlada.

Ante esta tragedia -susceptible de aumentar en sus dimensiones- se impone la intervención de EPM por parte del Gobierno nacional, para impedir que se sigan tomando acciones inadecuadas y contraproducentes que, al parecer, solo buscan resguardar la culpa de quienes, con sus imprudentes decisiones, causaron y han agravado la delicada situación.

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