Azul y rosa

Columnista Invitado

“Comienza una nueva era. Los niños visten de azul, las niñas de rosa”, así empezó su discurso Damares Alves, la nueva ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos de Brasil. Ante las críticas, defendió su comentario diciendo que se trataba de “una metáfora”.

Ese, por supuesto, es el problema. Lo que la ministra propone no es nada nuevo, se llama patriarcado y es el sistema que ha dominado Occidente durante el último par de milenios. La afirmación de la ministra no marca una nueva era. Por el contrario, es la respuesta a los avances en derechos logrados por las mujeres y las personas Lgbti.

Alves, como muchas otras diputadas y funcionarias que han hecho carrera y dinero defendiendo la desigualdad y la violación de los derechos humanos de las mujeres y las personas Lgbti, son escudos humanos del patriarcado, el agua con la que el (hetero) sexismo pretende lavarse la cara para presentar un rostro renovado.

Pero no es difícil ver la contradicción que ellas mismas encarnan. Alves reniega del feminismo, ignorando convenientemente que este movimiento es el que le ha permitido ocupar el cargo que ocupa y decir lo que dice. Si Alves fuera consecuente con lo que dice, si de verdad lo creyera, se vestiría de rosa, es decir, estaría en su casa criando todos los hijos que su dios buenamente le dé, sin usar anticonceptivos jamás, y dejando la política a quienes, según su propio discurso, le pertenece: a los hombres.

Por eso, al escuchar a personas como Alves, es importante recordar que el género no es una realidad biológica, es un sistema de poder. Y como siempre que se trata de un sistema de poder, para entenderlo hay que preguntarse quién se beneficia a expensas de quién.

Bajo ese lente se hace claro que “la nueva era” proclamada por Alves no es más que el anhelo de regresar a un tiempo donde la palabra “equidad” era una afrenta subversiva, y donde los derechos dependían del género, la raza, la pertenencia étnica, la orientación sexual, y la identidad de género, y no del ser, simplemente, humanos.

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