Ordenamiento de la producción agropecuaria

Columnista Invitado

El sector agropecuario aporta significativamente al desarrollo del país, no solo por su contribución a la seguridad alimentaria, sino por las oportunidades que brinda para la generación de ingresos en la ruralidad. En la última década su participación en el PIB ha sido alrededor de 6%, muy por debajo del 20% que representaba en la década de los 70.

Esta pérdida de importancia se atribuye, entre otros factores, a dificultades en productividad, en el acceso a mercados y en el cumplimiento de estándares de calidad. Comparativamente, las ganancias en productividad alcanzadas por el sector agropecuario han sido muy inferiores a las registradas en otros sectores de la economía. Por ejemplo, en maíz y papa la producción promedio del país se ubica en 3,6 y 19,3 ton/ha, mientras que de acuerdo con la FAO, en Estados Unidos el rendimiento promedio es de 11 y 49 ton/ha, respectivamente.

La deficiente inversión en I+D+i adaptada a las condiciones regionales y agroecológicas del país, aunada a la baja apropiación de tecnología por parte de los productores, la escasa cobertura de asistencia técnica, el déficit de infraestructura, los altos costos de producción y la baja especialización puntean dentro de las causas para los menores rendimientos.

Para impulsar la transformación productiva, diseñamos la estrategia de Ordenamiento de la Producción Agropecuaria, Pesquera y Acuícola, que busca focalizar la inversión pública en aquellos sistemas productivos ubicados en áreas con alto desempeño productivo. De esta manera, le apuntamos por la vía de ganancias en productividad al afianzamiento de actividades más rentables y competitivas que se insertan apropiadamente al mercado nacional e internacional.

En 2019, las acciones de la política se enfocarán en potenciar la autosuficiencia productiva del país en arroz, leche, papa, cebolla cabezona y caña panelera. Asimismo, se buscará incrementar la capacidad exportadora nacional en aguacate Hass, algodón, productos maderables y forestales, así como pesqueros y acuícolas. Por su parte, se realizarán acciones para aumentar la producción nacional de maíz con destino a la industria de alimentos balanceados.

La estrategia parte del diagnóstico participativo de la cadena para evaluar su competitividad, retos y oportunidades. También en consenso determinamos indicativamente el nivel de producción y áreas de siembra requeridas para atender la demanda del mercado. Asimismo, buscamos estabilizar la oferta evitando la volatilidad de los precios que tanto afecta el ingreso y rentabilidad de los productores, así como el bolsillo de los consumidores.

De esta manera, avanzamos contundentemente hacia el logro de las metas trazadas para consolidar en Colombia un campo con equidad.

Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural

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