Deshumanizados

Columnista Invitado

Qué nos está pasando, nos preguntamos alarmados todos los colombianos, cuando vemos que algo netamente cruel y extraño sucede en algún rincón del país. El nivel desmedido de suicidios, tristemente en demasía en Ibagué, los casos de violencia sexual en contra de los niños, que, en nuestra ciudad, cobró recientemente la vida de la pequeña Rosmery Castellón, los comportamientos inapropiados y mal llamadas tragedias pasionales, que también se llevó la vida de Paula Melisa Aguirre; hacen parte de una serie de acciones inexplicables, inentendibles, y que por momentos permiten pensar en la miseria humana, de la que hablaba el gran poeta colombiano Gabriel Escorcia.

Estamos en tiempos difíciles, en donde la vida pareciera no tener sentido, en donde muchos se lanzan de un puente, al tiempo que otros tantos, se encuentran en los hospitales luchando contra enfermedades terminales, que agobian, desangran y llenan de llagas los cuerpos, y el alma de sus seres queridos, que tienen que ver como encuentran la forma de resistir la pérdida de un ser amado, al tiempo que consiguen dinero para un funeral, o mientras un par de mujeres, se pelean la herencia de quien ha dejado algo.

La deshumanización ha llegado a límites inimaginados en Colombia. Esa solidaridad de la que hablaban nuestros abuelos, poco a poco se ha visto reducida, engañada y fingida. Hoy mientras una persona es baleada en cualquier calle, algún transeúnte aprovecha para despojarlo de sus pertenencias, y presenciar su agonía, mientras le da un último golpe moral, antes de partir a la eternidad.

Las relaciones interpersonales se basan en los intereses financieros, y hoy, más que tener a alguien fiel, pareciera ser importante, emparejarse con una persona sana mentalmente, que no cele obsesivamente, que respete los espacios, y que entienda, que nadie es propiedad de nadie.

Cada vez es más difícil confiar en la gente, y los amigos de antes, ya no son como antes. Quizás se quedó corto el maestro Jorge Villamil en Oropel, al describir la vida y las amistades de su época, vigentes en la nuestra: “Amigo cuánto tienes, cuánto vales, principio de la actual filosofía”.

¿Nos vamos a rendir? – Desde luego que no, la vida es para vivirla, con todo eso y más. ¿La solución? – Seamos mejores personas, mejores amigos, hagamos el bien sin mirar a quien, entendamos que el mundo, el país, e Ibagué, cambian con nuestras acciones, y no con los discursos. ¡Actuemos!

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