Ibagué y sus dilemas de movilidad

Columnista Invitado

Hace bastantes años, Ibagué dejó de ser el pueblo grande al que algunos rolos odiosos llamaban así. De tener únicamente el C.C La Quinta como atractivo comercial en plena zona de plaza de mercado y el exclusivo barrio Cádiz, pasamos a tener espacios como Multicentro, La Estación, Acqua, Homecenter, edificios en construcción, y proyectos interesantes de gastronomía, que, en nuestra capital, aun algunos no han sabido valorar.

Ese crecimiento ibaguereño, que se ha dado paulatinamente, ha ido de la mano de buenas gestiones, no necesariamente políticas, pues ya todos sabemos, los desengaños de los últimos alcaldes; sino de las inversiones que han hecho algunos personajes que todavía creen en esta tierra, y en la pujanza de quienes, desde aquí, no han parado de trabajar en distintos ámbitos.

No obstante, y aun con las cosas buenas en las que hayamos podido avanzar desde los gobiernos, el tema de la movilidad, se ha ido convirtiendo poco a poco en un huesito difícil de roer, y más cuando las cosas se hacen sin planificación y a rajatabla, como parecieran haberse hecho los reductores de velocidad y las ciclorrutas recientemente formalizadas.

El pico y placa para motos fue solo una utopía, al igual que lo fue, la propuesta de extenderlo todo el día para vehículos particulares, aún, cuando el diligente Secretario de Tránsito, Alexis Mahecha, vino al NUEVO DÍA a decir que eso iría sí o sí. Hoy en día, los carriles exclusivos para bicicletas, en lugar de ser algo bonito y agradable, se ha convertido en un obstáculo que reduce las vías y genera grandes embotellamientos, y lo que es peor, ha propiciado uno que otro estrellón.

¿Cómo es posible por ejemplo que con uno de dichos carriles se haya tapado el ingreso a urgencias de la Clínica Tolima? ¿A quién se le ocurre semejante barbaridad?

Personalmente, me cuesta mucho creer que se inviertan unos recursos en dicha iniciativa, positiva, pero mal ejecutada, y que aquello no se articule con programas e iniciativas que propicien el uso de la bicicleta. Lo que más me cuesta creer, es que contando con dichos lugares, que por ejemplo a la llegada de la Universidad del Tolima funcionan de maravilla; algunos bici usuarios no hagan uso de los mismos, y prefieran ir atravesando carros, como ha quedado en evidencia en varios videos y fotos de redes sociales.

Si la Administración municipal se dio la pela por los bicicarriles, aun con los traumatismos que los mismos generan en algunas zonas de la ciudad, debería darse la pena para sancionar a quienes se estacionan en dichos espacios, y a quienes movilizándose en bicicleta, prefieren hacerlo por las avenidas que cada día son más estrechas. ¿En qué quedó la intención de construir un puente entre alcalde y gobernador? –mejor que nadie responda…

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