“Mi presidente Trump”

Columnista Invitado

El afán de protagonismo de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez y su incoherencia me recuerdan al inefable exvicepresidente Angelino Garzón. Un día Ramírez habla de empoderamiento femenino y al otro, no tiene reparo en desautorizar al Canciller con tal de defender a Alejandro Ordóñez, uno de los políticos que más ha perseguido los derechos de la mujer en este país.

Por otra parte, Ramírez parece no haberse curado aún del misterioso mal que últimamente aqueja a los altos funcionarios del Gobierno quienes sin razón aparente suelen confundir el nombre del actual presidente de Colombia. Digo esto porque en su reciente gira por Estados Unidos durante una entrevista, la Vicepresidenta incurrió en una especie de acto fallido político al referirse a Donald Trump como su “presidente”.

Este episodio y su irracional defensa del glifosato ilustran dos rasgos característicos de nuestras clases dirigentes. En primer lugar, su actitud genuflexa frente a Estados Unidos que se remonta las épocas de Mariano Ospina Rodríguez fundador del partido de “Martuchis” y que desde el gobierno de Marco Fidel Suárez encorsetó nuestra timorata política exterior bajo el dogma de la Estrella Polar. El otro aspecto, es su indiferencia con el país profundo principalmente, con aquellas regiones más empobrecidas que son también, las más golpeadas por la violencia y el narcotráfico. Poco parecen importarle a la Vicepresidenta las tres condenas contra Monsanto por uso del glifosato en EE.UU. pues con tal de congraciarse con Trump, es capaz de convertir el veneno en agua.

Tristemente, la conmemoración del Bicentenario solo se queda en los discursos de un gobierno cuyas decisiones confirman que la irresponsable venalidad de nuestros dirigentes ha sido el principal obstáculo para que Colombia se consolide como Nación y se afirme internacionalmente con la autonomía necesaria para promover sus intereses.

Adenda: Olvida el presidente Duque, tan preocupado con Venezuela, que su silencio frente a las inadmisibles presiones norteamericanas sobre el Poder Judicial atenta contra nuestra precaria democracia.

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