El regreso del diablo

Columnista Invitado

Las denuncias del New York Times sobre el regreso de los “falsos positivos” son de una gravedad inaudita. El país parece no haber aprendido nada del sombrío episodio de la década pasada en que la desmedida presión por resultados y los incentivos perversos de la directiva 029 de 2005, condujeron al asesinato de miles de jóvenes pobres para presentarlos como bajas en combate.

Hacia esta aterradora posibilidad apuntan las revelaciones del periódico estadounidense, pues medir el desempeño de los comandantes militares por el número de muertos significa un cambio en la política vigente desde 2007 con la que tardíamente el gobierno Uribe buscó frenar estos crímenes, dando más relevancia a las desmovilizaciones y capturas que a las muertes. También es potencialmente peligrosa la orden de comando que apunta a disminuir al 60% la “exactitud” de las operaciones militares, pues en la práctica aumenta la posibilidad de “daño colateral” sobre civiles. Y ni qué decir del relato de un oficial sobre presiones para “aliarse” con grupos criminales con tal de mejorar sus resultados operacionales.

Con este escándalo pierde el Ejército que como ocurrió con el brutal asesinato de Dimar Torres, ve de nuevo cuestionada su legitimidad y compromiso real con los DDHH. Pero también pierde el periodismo colombiano en su papel fiscalizador frente al poder pues todo indica que un influyente medio de comunicación en un acto de condescendencia política “engavetó” la investigación. Al tiempo que es válido preguntarse si el Presidente y su errático ministro de Defensa conocían estos hechos. No hay que olvidar que pese a los señalamientos por “falsos positivos” en contra de nueve generales entre ellos el actual comandante del Ejército, el gobierno insistió en designarlos en la actual cúpula militar.

Por ello, el asunto no se reduce al burocrático retiro de una directiva, como en cualquier democracia es imprescindible que quienes deben conducir al sector defensa, empezando por el ministro Botero, asuman la responsabilidad política por sus desaciertos.

politicainternacional1648@gmail.com

Comentarios