El Bicentenario

Columnista Invitado

Este año se conmemora el Bicentenario de la Independencia. Es una fecha importante, porque nos motiva a los colombianos a estimular el nacionalismo. Este sentimiento es fundamental para la organización de un Estado. Y es así como la entrada triunfal de Bolívar y Santander a Santafé después de la Batalla de Boyacá es el comienzo de nuestra Nación. Las universidades, los colegios, los centros culturales y las academias de historia deben preocuparse por darle el mayor brillo a esta conmemoración. Es tan importante las efemérides, que además de concitar voluntades sirve para unir al país en torno a los principios de libertad, democracia y desarrollo socioeconómico. Curiosamente poco entusiasmo despiertan estas fechas, porque los colombianos estamos en otra polarización y nos interesamos más por el diario vivir. Es más, hay comunidades que celebran con más interés el 4 de julio. Para algunos todo comienza con la Revolución de los Comuneros, otros consideran el inicio de la Independencia el 10 de julio, cuando Miguel Tadeo Gómez y otros socórranos inician una revuelta contra las autoridades españolas. Es más, José Acevedo y Gómez, el llamado ‘Tribuno del pueblo’ envió una carta a su primo diciéndole que en Santafé habían terminado lo que habían empezado en el Socorro. Después viene la batalla del Pantano de Vargas y finalmente la batalla de Boyacá, donde nuestros héroes derrotan al Ejército español. El poeta dijo al respecto “ya viene el cortejo, la espada se anuncia con vivo reflejo, es Bolívar el que viene, ha vencido en Boyacá”. Estos recuerdos debíamos tenerlos todos los colombianos muy presentes, porque es el principio de nuestra nacionalidad. “Nación, es el conjunto de tradiciones y aspiraciones comunes a un pueblo”. Estas reflexiones me vienen a la mente, porque desafortunadamente en nuestro país la historia es desconocida. Por un lado, en los colegios todavía no se enseña historia, a pesar de existir una ley que la proyecta. Y lo poco de historia que se enseña es alambicado, gris y sin ninguna imaginación. Hace algunos días me acerque a la Casa de Bolívar en taxi y cuando le informé al conductor a donde me dirigía, el me respondió ingenuamente ¿qué era eso? Le dije que era la casa donde había habitado el Libertador Simón Bolívar. Mi interlocutor me preguntó con interés que quién era él. Le explique con rapidez y la siguiente pregunta fue de dónde era ese señor. Me baje dolorido y penetré a la vieja casona del Libertador creyendo que me encontraba en otro país.

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