Medicina y humanismo

Columnista Invitado

La Medicina es ciencia y es arte. Es una profesión de elevada dimensión intelectual, que se sirve de la tecnología. La Medicina considera al hombre como su razón de ser, y hace al médico un verdadero defensor del enfermo; es una profesión profundamente humanista y antropocéntrica.

El término “humanismo” ha sido referido a las relaciones con el paciente como ente social; abarca la atención en salud, el cuidado médico, la empatía, la compasión, la dignidad del ser humano, las relaciones con la comunidad y con el ambiente, y se constituye en la esencia bioética de la profesión, a la vez que es una condición esencial para el ejercicio de la misma.

A medida que se avanza en el milenio, la Medicina se hace cada vez más científica, unida a las Ciencias Básicas y a los avances tecnológicos que se inculcan desde muy temprano en la formación profesional, y es tal su acumulación exponencial, que debe manejarse desde computadores cuya capacidad de memoria y disponibilidad de datos crece casi con la misma velocidad del conocimiento y hace que surja un nuevo paradigma, el que ha dado en llamarse la “Infomedicina”, postulado por Foss y Rothenberg, desde 1987, como la segunda gran revolución médica.

Sin embargo, paradójicamente, en la época contemporánea, a pesar de la rápida evolución, desde el punto de vista técnico-científico y cultural, esta evolución no concurre de manera armónica en el campo médico, según lo ha expresado la socióloga Olga Maldonado, profesora de la Escuela Militar de Medicina. Y es quizás por ello que en el ejercicio profesional se observa con relativa frecuencia que el progreso tecnológico sobrepasa a menudo las posibilidades culturales de asimilación del mismo, y se presenta una incoordinación entre el avance científico y su complemento en el campo de las relaciones humanas.

Los términos Medicina, Ciencia y Humanismo, aunque aparentemente independientes son inseparables entre sí. La Medicina será más trascendente cuanto más culta sea. En esta forma puede resistir el desprestigio al que se ha pretendido someter con las nuevas tendencias de la llamada medicina gerenciada, que intenta desprofesionalizar al médico, asimilándolo a un simple “prestador de salud”, y alterando así la esencia misma de la relación médico-paciente.

La Ciencia no debe presentarse como una acumulación inconexa de hechos y evidencias experimentales, sino como una manera intelectual de dar orden y armonía y, por lo tanto, unidad e inteligencia a los fenómenos de la naturaleza. En este sentido el Humanismo, en su acepción más amplia, deberá estar incorporado a todos los quehaceres del médico, así sea de manera involuntaria e inconsciente.

Medicina, Ciencia y Humanismo deben permanecer como una trilogía indisoluble que debe acompañar siempre al médico en su ejercicio profesional. Y señalamos, además, que el Humanismo, expresado por filósofos e intelectuales, es un término relacionado con la tendencia a hacer énfasis en el hombre mismo, en su status, su importancia, sus poderes, sus logros, sus intereses y su autoridad.

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