La imperante necesidad de ser mejores ciudadanos

Columnista Invitado

Uno de los personajes en Colombia que más ha trabajado el tema de la cultura ciudadana, ha sido Antanas Mockus. Curiosamente un académico, que, aunque ha hecho parte de la historia política del país, con sus modelos pedagógicos ha dejado un importante mensaje, desafortunadamente replicado por pocos.

Más allá de aquel desatinado episodio de los pantalones, el profesor Mockus ha llevado con su discurso y coherencia, a generar reflexiones en torno a las carencias éticas y cívicas de gran parte de los colombianos, en el entendido de que no somos las universidades quienes enseñamos a alguien a ser honesto, transparente, ético, o a tener cultura ciudadana, sino que, por el contrario, ese compendio de valores, son propias del sujeto. Es decir, una decisión personal, sustentada en las experiencias y enseñanzas inculcadas desde el hogar, la escuela, y que debieran ser fortalecidas en espacios como la universidad.

Ser conscientes de que nuestro país requiere mejores ciudadanos, establece un compromiso no solo con el componente primario, sino también con los demás actores de la sociedad. El hecho de que no seamos las universidades, ni los profesores de educación superior, quienes tengamos ese primer contacto con el sujeto pensante, que desde la niñez va absorbiendo como una esponja de todo lo que lo rodea; no nos exime de la responsabilidad de enfatizar en esos temas, no solo a través de los currículos, los planes de trabajo y la formación humanística a través de la academia, sino, mediante las acciones cotidianas, y comportamientos tan sencillos y básicos como ser puntuales, respetar el pensamiento del otro, y poder disentir sin necesidad de insultar o de ser enemigo.

Los campus universitarios, y en especial de la Universidad del Tolima, institución que tengo el privilegio de hacer parte, se caracterizan justamente porque a través de los debates académicos, políticos y sociales, se dejan grandes lecciones y enseñanzas de fondo, y una de ellas, debe apuntarle a la generación de cultura ciudadana, de formación de valores éticos, y sobre todo, de poder aportar a la consolidación de una persona íntegra, capaz de responder a las necesidades profesionales del hoy, con las competencias de alta calidad que deben caracterizar a la universidad, pero también que pueda transmitir el cúmulo de valores, reflexiones y posturas que engrandecen a un ser humano.

El mundo necesita más gente que sea “gente”, que deje huella, y que sobre todo, que impacte y aporte positivamente al desarrollo de su comunidad, y la sociedad que lo rodea.

Rector UT

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