Sin filtros

Columnista Invitado

Ya los influenciadores no son lo que eran antes. El mercadeo soportado en mentiras o medias verdades sucumbe –nuevamente- ante el implacable peso de la honestidad, la transparencia y la confianza que solo ellas generan en sus seguidores. La vegana que fue descubierta comiendo pescado; el error técnico que develó el verdadero rostro de una youtuber china que usaba filtros faciales para aparentar ser menor; la joven que con dos millones de seguidores solo pudo vender 36 camisetas de su naciente línea de ropa; el festival musical ficticio promocionado por Kendall Jenner que terminó llevando a la cárcel a su promotor en Estados Unidos; las cuentas con influenciadores apoyados en bots que pululan en la red; cuentas falsas de seguidores inexistentes: un mercado soportado en mentiras que cada vez engaña a menos personas y cautiva a menos pautantes. InfluencerDB publicó un estudio que demostró que los likes en cuentas patrocinadas por marcas de influenciadores en Instagram están hoy en su mínimo histórico, representando un retorno nada atractivo para las empresas que ya no se dejan encandilar por un brillo que resultó falso.

Y en política la burbuja de los influencers también está desinflándose. Las redes sociales han desenmascarado a candidatos haciendo proselitismo en entidades públicas, a falsos profetas eternos intentando dar credibilidad a fotografías descontextualizadas sobre el conflicto armado que ellos mismos han tratado de negar, a gregarios del poder intentando hacer “jugaditas” ilegales para acallar a la oposición. Pero los consumidores de información y los votantes se están revelando contra la dictadura del click y de la información falsa. Hoy es evidente que, así como el número de seguidores no es sinónimo de ventas efectivas, tampoco lo es de votos depositados en las urnas. Solo la confianza permite traducir la información que se transmite en dinero, así como solo ella permite que los candidatos sean efectivamente elegidos.

Por eso, en octubre hay que dejarse influenciar solo por quienes son respetuosos de la ley, transparentes, aquellos que con hechos y no con promesas, generan confianza. Si estamos atentos, a más de uno le va a fallar el filtro.

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