La paz no ha muerto

Columnista Invitado

No estamos frente al apocalipsis de la paz. De vuelta a la calma. Los anuncios de Márquez, ‘Santrich’, ‘Romaña’ y ‘El Paisa’, no deberían alarmarnos.

Decirle al país que vuelven a las armas y hacerlo recreando una escena de rambo, bien editada por la televisión estatal venezolana, solo corresponde con su estilo de siempre el del terrorismo psicológico, el del miedo.

Esta es solo una confirmación de lo que sabíamos. Nunca estuvieron del lado de la paz.

Ahora posan como rebeldes incomprendidos alegando que ni siquiera las Cortes, el Estado o los ciudadanos hemos hecho lo suficiente.

Es una afrenta a la verdad y el más cobarde de los argumentos hablar de obstáculos para tratar de desviar la atención frente a sus reales intenciones: delinquir bajo el amparo de una inmunidad inexistente traficando drogas desde la comodidad de sus oficinas.

Es ahora cuando se debe medir la verdadera firmeza de esta paz, completa o imperfecta; quienes se desmovilizaron y adelantan sus procesos de reintegración social, productiva y política a la vida civil se mantienen del lado de las instituciones para construir país o atienden el llamado de quienes pretenden seguir haciendo lo único que saben hacer: delinquir tras la máscara de una lucha ideológica.

Hoy no tenemos por qué sentirnos mal. Somos nosotros quienes estamos del lado de la Ley más allá de que estemos de acuerdo o en desacuerdo con lo negociado por el Gobierno Santos. Son ellos quienes han mentido sistemáticamente traicionado la confianza del país burlándose de las instituciones y las víctimas.

En este momento en que los ojos de la comunidad internacional están puestos sobre Colombia ante esta declaración de guerra, uno sólo esperaría la contundencia de la acción militar para someterlos a la justicia, para proteger a sus ciudadanos y la exigencia de los países amigos de la paz al régimen de Nicolás Maduro para que cese en su interés malsano de cohonestar con bandoleros y criminales, protegiéndolos en su territorio.

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