“Dèjà Vu”

Columnista Invitado

El ejercicio del liderazgo y las posiciones de poder demandan carácter desde el ser hasta el parecer.

Por eso pensar en un Alcalde para Ibagué que tenga los pantalones suficientemente puestos a la hora de encarar las mafias del espacio público, el transporte y el microtráfico debería ser antes que una opción, una condición en el momento de elegir.

Justo esa cualidad es la que insistentemente he tratado de encontrar en discursos y apariciones mediáticas del que en principio se proclamara como el más independiente de los candidatos, pero que al final resultó avalado por tres partidos políticos y con adhesiones recientes de estructuras enquistadas en la más vulgar politiquería.

Y es que sin el ánimo de ofender, a unos y otros, escuchar al doctor José Barreto es regresar en el tiempo ocho años atrás.

La misma personalidad tranquila, apacible y desprovista de determinación de quien un día aseguró a viva voz que ni se moriría ni la ciudad se acabaría si no teníamos juegos nacionales.

Seguramente esa misma percepción es la que han olfateado los coyotes que en la buena hora del gobierno de la seguridad humana se convirtieron en todo poderosos secretarios por asignación salarial, pero con contratos de prestación de servicios.

Esos mismos que hoy comparten y defienden una propuesta muy firme en su eslogan pero blanda en su encarnación, tal vez interpretando que sus apetitos personales tienen allí chance de moverse al futuro.

Como otros candidatos, Barreto no resulta ser el más experimentado ni el más político, la ciudad lo conoce por su trabajo al lado de Ricardo Ferro donde obtuvo su capital electoral inicial, no se sabe si heredado, mientras que hay quienes también lo recuerdan no muy gratamente a su paso por el Centro Comercial La Quinta donde, al parecer, reprobó en su oficio de gerente.

De una campaña nacida en un grupo significativo de ciudadanos, que constituía su principal diferencial, la de José Barreto en apenas unos meses pasó a ser otra propuesta corriente cuando rechazadas las firmas recolectadas se convirtió en la candidatura del partido de la U, la ASI y el Mira, deslegitimando su respaldo ciudadano.

Hoy la independencia de esta campaña se destiñe entre los retratos de Jaime Yepes y Pompilio Avendaño, para citar dos ejemplos y no relacionar otro vínculo que se superpone a toda dinámica electoral y lógica de disciplina de partidos, el apoyo de su hermano el senador Miguel Barreto.

De los debates tampoco ha salido muy bien librado, demostrando imprecisión y desconocimiento incluso de la zona rural donde nació y de la que dijo alguna vez contaba plenamente con saneamiento básico lo que le mereció el reproche del auditorio y también de sus contendores.

Espero que el doctor Barreto no interprete esta columna como un ataque del cual victimizarse cosa que está muy de moda.

Al fin de cuentas cada quien sabe en qué invertir su dinero, si él lo ha querido hacer en buenas intenciones, está bien, aunque no sea suficiente.

El reloj sigue corriendo y a 24 días para tomar decisiones definitivas estoy seguro que Ibagué necesita un administrador que reúna excelsas condiciones humanas, pero con criterio de autoridad.

No podemos darnos el lujo de caer en la extrema necedad e imposición de quien se despide, ni en la laxitud que nos ponga ante un mandatario con más alcaldesillos que gabinete.

En consonancia, por coherencia y sensatez del doctor Barreto lo mejor que puedo decir es...

que pase el siguiente.

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