¿Lenin Chao?

Columnista Invitado

Lenin Moreno es uno de esos políticos que dice no ser izquierda o derecha, pero que aplica medidas en contra de los sectores medios y bajos. El Presidente ecuatoriano amante del canto como el doctor Duque, rompió con la agenda que lo llevó al poder, retomando la senda neoliberal que sumergió su país en la ruina y la inestabilidad política a finales de los noventa y comienzos de 2000.

Frente a Washington asumió una postura de total alineamiento al punto de ofrecer la isla Galápagos como “portaaviones natural” y retirar el asilo a Julian Assange; gracias lo cual obtuvo el apoyo necesario para que el FMI le autorizara un crédito por US$10.000 millones cuyas exigencias: ajuste fiscal, reforma laboral y aumento de impuestos, erosionó su menguada credibilidad, como también sucedió con Macri.

De hecho, las manifestaciones de los últimos días, resultado de la eliminación de subsidios a los combustibles, han sido manejadas por Lenin, uno de los mayores críticos de Caracas, con brutalidad, usando incluso los militares en virtud del estado de excepción, lo que no solo le ha valido un jalón de orejas de la ONU, sino estimulado el descontento.

En este contexto, un acuerdo alcanzado con los transportadores no fue suficiente para sofocar las movilizaciones encabezadas por la combativa Confederación de Nacionalidades Indígenas Conaie y los estudiantes quienes exigen que el gobierno retroceda con sus medidas o renuncie y cuya contundencia ha sido tal que el Presidente tuvo que abandonar Quito.

Moreno sin capital político propio, no solo necesita el desembolso internacional para llegar a fin de año, sino que difícilmente construirá los consensos con otras fuerzas para garantizar su gobernabilidad, pues sus antiguos aliados correistas hoy están en la oposición, mientras sus nuevos mejores amigos: el partido Social Cristiano y el Movimiento Creo de Guillermo Lasso y Jaime Nebot no son confiables.

Así su eventual caída sería previsible en una Latinoamérica en la que en los últimos años solo parece cumplirse la lógica de lo imprevisible.

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