Conmoción mundial

Columnista Invitado

En un momento dado creímos que con el desmoronamiento de la Unión Soviética y la modificación de las dictaduras socialistas de Europa oriental disminuiría el ambiente bélico en el mundo. No ocurrió eso, sino por el contrario, se han agudizado los conflictos en todo el mundo. La situación de los kurdos es dramática y los españoles no encuentran la forma de detener el proceso independentista de Cataluña. La bella ciudad de Barcelona es escenario de fuertes protestas y cada día la situación es más grave.

Ahora bien, en América vemos cómo el Perú sufre de una inestabilidad política proverbial. El fujimorismo sigue teniendo gran influencia y el Apra, a pesar de su decadencia después de la muerte de Alan García, es motivo de severos conflictos. En el Brasil, después del errático gobierno de Lula Da Silva sube al poder un derechista que amenaza con acabar el Amazonas y no es capaz de organizar la economía. El señor Lenín en Ecuador, se aparta de Correa y tiene que enfrentar violentas protestas. Curiosamente quitó los subsidios para equilibrar la economía y luego tuvo que ceder porque el país se derrumbaba. Y detrás de todo está el señor Correa, quien desde Bruselas se burla de su sucesor.

Pero lo más grave y casi divertido es lo de Chile. En el mes de febrero viajé a ese bello país con mi familia y encontré unos ciudadanos muy orgullosos de su estabilidad política. Los guías decían con arrogancia refiriéndose a su país “nosotros los países desarrollados”. Se sienten europeos. Ahora, se destapó todo el panorama y encontramos un país muy bello pero con unos problemas gravísimos.

La economía no funciona y a pesar de sentirse “muy desarrollados”, las protestas son muy fuertes y corre sangre por las calles. La vanidad no es buena consejera en política. Parece que en Chile el neoliberalismo de Pinochet no ha funcionado. Esto nos enseña que en todo debe predominar el justo medio. Ni las dictaduras socialistas ni el extremo liberalismo. Por estas razones lo que queda es la social democracia, que cada día triunfa más en el norte de Europa.

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