¿Quién perdió las elecciones?

Columnista Invitado

Aún no eran las siete de la noche del domingo, cuando me llegó un mensaje del presidente de la U, Aurelio Iragorri, manifestando que el partido había duplicado los resultados obtenidos en el 2015. Este fue el primero de los muchos mensajes que recibimos quienes estamos en los medios de comunicación, por parte de los presidentes y líderes de los partidos, adjudicándose la victoria.

Llevamos una semana oyendo a los líderes políticos hablando de cómo sus respectivos partidos salieron fortalecidos, así no sea cierto; sobre la derrota de Petro y Uribe; o si ganó la izquierda o la derecha.

Lo increíble es que con lo que está pasando en la región, los dirigentes políticos no se hayan dado cuenta de que al ciudadano de a pie, como usted y yo, le importa un comino esta discusión.

Hoy los ciudadanos estamos exigiendo nuestros derechos sin importar la ideología o corriente política del gobernante. Hoy instamos a que se busque el bien común, el desarrollo de las ciudades y el bienestar del pueblo.

Muchos esperábamos una reacción distinta de los líderes de los partidos reconociendo lo que está demandando el pueblo con un mensaje de reflexión; pero el ego y las ansias de poder no se los permitió.

La derrota de los partidos se debe a que los ciudadanos estamos hastiados de la corrupción, de la justicia sirviendo a los corruptos, de la situación de la niñez, de las obras inconclusas, de la falta de empleo, de las demoras en salud que cobra vidas a diario, entre muchos otros.

Adicionalmente, los partidos durante décadas han sido cómplices de los gobernantes y miembros de corporaciones públicas que llegan a robar por la irresponsabilidad en la entrega de avales a personas inhabilitadas y a miembros de estructuras políticas corruptas y violentas, que lastimosamente en muchas partes salen elegidos. Desde ya les decimos: ¡Ustedes son cómplices!

No voy a decir que estas elecciones fueron perfectas ni que se logró combatir a todos los corruptos, pero sí surgieron unas nuevas alternativas que demostraron que las estructuras políticas corruptas se pueden derrotar saliendo a votar.

Basta con ver los casos de Cartagena y Cúcuta, un veedor ciudadano y un ladrillero, que le ganaron al establecimiento, a los de siempre, a los que han desangrado por décadas estas dos ciudades.

Por mi lado, me siento contenta, el mensaje fue contundente, los ciudadanos tenemos el poder de cambiar el rumbo, de elegir personas buenas; y que el discurso de para qué votar si siempre ganan los mismos, quedó en el pasado. Sin duda es un buen comienzo.

Y a esos que no entendieron el mensaje, muy pronto les correrán la butaca.

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