¿Libertad o libertinaje?

Columnista Invitado

La revolución de las comunicaciones ha contribuido en muchas facetas de la vida, tanto al progreso, como al desarrollo. No obstante, también ha sido aprovechada por algunos denominados “influenciadores”, quienes, haciendo uso de las redes sociales, han logrado capturar la atención ciudadana, pero no propiamente por acciones solidarias o humanitarias; sino a partir de extravagancias y gaminería, reflejada en hechos, que comprometen la convivencia pacífica y afectan bienes jurídicos tutelados por el derecho penal. 

Quizás el nombre de “Daneidys Barrera”, no nos indique mayor cosa. Empero, si la asociamos, con “Epa Colombia” por cuanto es la misma persona, seguramente algún sentimiento nos despierte, especialmente porque se ha vuelto tristemente célebre, con ocasión de la afectación que produjo a una Estación de Transmilenio en la ciudad de Bogotá. 

Francamente pienso que estamos perdiendo el sentido de las proporciones frente a las libertades públicas. En países Europeos, ingresar a la Estación del Metro sin el correspondiente boleto, constituye una grave afrenta contra el Estado, censurado y reprochado no solo por la institucionalidad, sino por la sociedad entera.  En Colombia, el retrato de los “colados” en el Sistema de Transporte Masivo, ya nos resulta normal, siendo parte de nuestro paisaje; lo grave, es que ahora, algunos desadaptados, como “Epa Colombia”, nos quieren acostumbrar, a ser testigos de la manera como dañan y violentan bienes de uso público sin rubor ni desparpajo; encimándonos de ñapa, la celebración del acto delincuencial, al publicarlo con desprecio por la sociedad, a través de sus  redes sociales. 

Respetuoso como soy de la autonomía judicial, no me queda más que lamentar, que el Juez de Garantías del caso, haya negado la medida de aseguramiento solicitada en este caso, pues en nuestro concepto, como mínimo se evidencia uno de los presupuestos normativos para imponer dicha medida a “Daneidys Barrera”, como lo es, que representa un peligro para la sociedad; el cual no se disipa, prohibiéndole usar las redes sociales, pues entre otras cosas, ha demostrado la capacidad de comunicarse, a través de las de terceros. 

Lo mínimo que podríamos pedirle a la Rama Judicial, es que en un caso como éste -salvaguardando claro está el “debido proceso”-, se aceleren y agilicen todos los trámites correspondientes, para que se produzca la sentencia que en derecho corresponda lo antes posible.  Sin duda alguna, dicha proveído que esperamos ansiosos, debe ser justo, contundente y emblemático; ojala con efectos disuasorios, para que quienes crean que pueden hacer con los bienes públicos lo que se les antoje, por lo menos, en adelante, lo piensen dos veces, pues una cosa es la Libertad y otra el Libertinaje.

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