Reflexiones sobre el papel del periodismo y de la verdad en 2019

Columnista Invitado

Ante la cercanía de un nuevo decenio comparto con ustedes algunas de las reflexiones y retos sobre el periodismo, los medios de comunicación y la conducta de nuestras sociedades ante la información durante este año que está por concluir.

Comienzo por reconocer el gran impacto que en los últimos años de esta década tuvo la diseminación de noticias falsas a través de las redes sociales y otros medios de comunicación en los procesos políticos, sociales y electorales.

Aunque esto ha venido ocurriendo en forma inadvertida, en tiempos recientes se ha hecho con la intención de causar daño y moldear sin sustento la opinión pública en apoyo de agendas a menudo siniestras. Esto tiene el efecto de eclipsar y socavar el importante papel del periodismo en informar la verdad.

Prefiero ver este problema no solo desde la perspectiva de la copa medio vacía, ya que el fenómeno de las noticias falsas también ha contribuido a mostrar la relevancia del periodismo y los medios de comunicación confiables, pilares fundamentales para quienes la verdad es importante. Vivimos una revalorización de la verdad en todos los frentes. Los medios de comunicación junto a instituciones de la sociedad civil están dedicadas a crear mecanismos de verificación de datos para denunciar mentiras, falsedades y omisiones. Estas acciones han adquirido mayor importancia. En esta guerra necesaria entre la verdad y la mentira, se potencia y amplifica el papel fundamental del periodismo y los medios.

La era digital con sus extraordinarios avances en la comunicación continúa desafiando los modelos de negocio tradicionales. Este año seguimos viendo una debilidad de la industria con mucho de sus actores padeciendo, pero nos alientan aquellos medios que han sido capaces de encontrar alternativas de ingresos y sostenibilidad en un ambiente de reducción de publicidad tradicional y de ingresos por suscripciones.

Aunque lamentablemente algunos medios, tradicionales y nativos digitales, tuvieron que cerrar, otros siguen barajando distintos modelos de negocio para competir por las audiencias sin tener que rebajar la calidad de sus contenidos ni la cantidad de periodistas. Ya estamos viendo buenos ejemplos.

La prensa continuó bajo asedio en 2019 durante protestas ciudadanas en Chile, Bolivia y Ecuador, desatando violencia contra periodistas y medios. Las instalaciones de los periódicos El Líder de San Antonio, El Mercurio y La Estrella de Valparaíso en Chile, así como de Teleamazonas y el diario El Comercio en Ecuador, fueron incendiadas. En Bolivia, entre otras violaciones, fueron atacadas Radio Ichilo en Santa Cruz y el canal universitario en Cochabamba; incendiada la planta de transmisión del canal Unitel en La Paz y el estudio de radio y televisión Mega en Oruro. También fueron bloqueadas las sedes de Boliviatv y la emisora Patria Nueva. Esa violencia también se registró en países sin democracia como Nicaragua y Venezuela. Este año dejó de publicarse el periódico nicaragüense El Nuevo Diario y otros medios están en peligro de desaparecer ante el autoritarismo galopante del presidente Daniel Ortega que muestra entre “sus logros” más de 70 periodistas en el exilio. En Venezuela el gobierno de Nicolás Maduro ha cerrado más de 70 medios en los últimos años y continúan las prácticas de bloqueo sistemático a páginas web y portales digitales. En la continuidad de más de 75 años de trabajo, la SIP mantuvo este año su estandarte en alto, particularmente en Nicaragua con el envío de misiones internacionales de socios a Managua y Washington, DC para presionar por cambios a favor de las libertades de prensa y expresión. También apoyamos casos legales y judiciales de medios, periodistas y organizaciones mediante la presentación de amicus curiae.

Lo más lamentable en 2019 fue que nuevamente nos embargó una lucha que nos llena de impotencia. Perdimos a 22 periodistas. La mayoría asesinados en México, y otros en Honduras, Colombia, Brasil y Haití, debido al silencio que procuran el crimen organizado y la corrupción pública, a menudo en connivencia.

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