Cajamarca, pueblo digno

Columnista Invitado

La verdadera democracia se traduce en que los gobiernos locales, regional y nacional estén en realidad al cuidado de los bienes comunes que hay que preservar para el servicio de las comunidades y no al servicio de los grandes grupos económicos.

Cajamarca, la joya de la corona como muchos la han llamado por su riqueza hídrica, paisajística, agrícola y por sobre todo el empuje, la laboriosidad de sus habitantes; tendrá a partir del 1 de enero de 2020 una administración municipal de puertas abiertas a la ciudadanía y en especial a sus campesinos, quienes en últimas son los que mueven la economía de este hermoso municipio conocido como la ‘Despensa Agrícola’ del centro del país. Contrario a lo que venía sucediendo durante las 3 o cuatro administraciones anteriores, durante las cuales se seguían las directrices de la multinacional minera AngloGold Ashanti (AGA). Además, adecuando los programas de gobierno y el EOT solo para beneficiar la insaciable sed de riqueza de unos pocos ya fueran nacionales o extranjeros.

Durante los casi 12 años en los que hizo presencia dicha multinacional, quien ponía alcaldes a su acomodo, así no sólo los hilos de la política local y departamental al mejor estilo del marionetista de turno; la presencia de AGA fue tan contundente, tan persistente, que logró inmiscuirse en todos los ámbitos concernientes al desarrollo de políticas públicas y la ejecución de proyectos que supuestamente iban a beneficiar a la comunidad, para de esta manera ganarse la aceptación y el aprecio de los cajamarcunos.

Obras y proyectos que sólo les competen a las entidades gubernamentales y no a la empresa privada, logrando esta multinacional realizar inversiones en adecuación de vías, mejoramiento de la infraestructura hospitalaria, construcción de parques, apoyo a proyectos productivos, financiación de fiestas locales, inversiones en salud, educación, deportes, entre otros. Todo lo anterior con el beneplácito de los alcaldes de turno, amparados en la ausencia del Estado, además porque era una de las tantas maneras de seguir replicando los hechos de corrupción que hoy nos acongojan.

Pero con lo que esta multinacional no contaba era que aquel 26 de marzo de 2017, los cajamarcunos a través de su consulta popular en donde el 97,92% de los votantes le dijo No al proyecto minero La Colosa, al gobierno central, a la multinacional, la cual tenía el 90% del municipio concesionado en títulos mineros para terminar convirtiéndose así en el distrito minero más grande de Sur América (según las directivas de AGA), tan grande que abarcaría los departamentos del Tolima, Quindío y Risaralda.

Cajamarca hoy hace historia y al mismo tiempo la historia de Cajamarca se parte en dos: Antes de la presencia de AGA y después de. Hoy este pueblo con dignidad, enclavado en nuestra cordillera central con aproximadamente 20.000 habitantes, decide que los destinos de este hermoso territorio, los dirija por fin un hijo del pueblo, de origen campesino, de ascendencia humilde, con un inmenso amor por su tierra, un joven de 34 años, profesional de la Universidad del Quindío, Julio Roberto Vargas, quien después del cuarto intento logra derrotar esa letal aplanadora, AGA.

Una alcaldía al servicio del pueblo y no al servicio de la multinacional, eso fue lo que decidieron los cajamarcunos el pasado 27 de octubre. Cansados de las constantes amenazas a sus líderes sociales y ambientalistas, cansados del estado de zozobra y estrés permanente; esperamos con esta nueva y joven cara en la alcaldía que se les respeten los derechos a los campesinos: trabajo digno, un medio ambiente sano, derecho a la autonomía alimentaria, derecho a la paz, etc. Ya que como sabemos Colombia fue uno de los pocos países que se abstuvo de firmar la declaración de los derechos de los campesinos ante la ONU en noviembre de 2018.

El gran reto para la nueva administración es demostrarle a Colombia y al mundo que el proyecto minero La Colosa no era la mejor opción para lograr el desarrollo y el progreso que de mil formas quisieron plasmar en el inconsciente colectivo, los ingenuos lobystas de este proyecto funesto.

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