Con ojos bien abiertos

Columnista Invitado

Está claro que aún es muy pronto para emitir un concepto serio sobre la gestión de nuestros nuevos gobernantes. Técnicamente, cómo es entendible, no han hecho nada.

Sin embargo, los primeros vientos de cambio, lejos de imprimirle frescura al ambiente parecieran provenir de lanzallamas con los que se manifiestan desafiantes demostraciones de control totalitario. Ya habíamos advertido lo peligroso que podía resultar una excesiva concentración de poder en manos de una única casa política.

Ahora los temores son reales. Detrás de una supuesta unidad institucional que reclamaban los ciudadanos y que en el pasado frustró la posibilidad de desarrollo para la ciudad y la región se disfraza una monstruosa creación fruto del clientelismo, la corrupción electoral y el abstencionismo de quienes cedieron su capacidad de decisión.

Si quisiéramos ponerle rostro habría que imaginarse un calamar gigante de azul profundo, potentes tentáculos, varias cabezas, la mayoría de ellas maquiavélicas, una monstruosa criatura de voraz e insaciable apetito por el poder sobre las instituciones y especial gusto por el dulce sabor de la burocracia.

Para calcular las dimensiones hoy esos tentáculos permean la administración central en Gobernación y Alcaldía, entidades descentralizados, Universidad del Tolima, Cortolima y Sena donde succionan sin clemencia.

Una dinámica que a ojos de muchos es natural. Se gobierna con los amigos, dicen. Solo que nunca antes había ocurrido de manera tan descarada. El nepotismo y la dedocracia siguiendo las órdenes del jefe supremo del clan son epidemia.

Hay tanta compenetración por la unidad que el Alcalde de Ibagué, nombra al hermano de la Directora de Cortolima en su nómina y en contraprestación la Directora nombra en su entidad a la hermana del mandatario local.

El otrora Secretario General del Palacio del Mango, escudero de Óscar Barreto que pasó por la puerta giratoria a la misma posición en la Alcaldía de Ibagué cumple funciones de selección de hojas de vida incluso para instituciones como el Sena, donde ahora manda otra figura de esa misma vertiente quien pareciera tener interés en incorporar sus propias fichas, desconociendo la gestión adelantada e imponiendo cuotas burocráticas.

No sería de extrañar que todo esto ocurra bajo las órdenes del gamonal que recién abandonó el piso 10 de la sede del gobierno seccional.

Se van acomodando las fichas a su antojo, sin asomo de control político, vigilancia administrativa o fiscal, porque en esos nombramientos también tienen capacidad de influir.

Pueda que no se trate de un delito, pero sí constituyen conductas éticas desafortunadas que distan notablemente del discurso de transparencia y desempeño impoluto del servicio público.

Comportamientos que abren la puerta a toda suerte de escenarios futuros y que dejan ver desde el primer tiempo lo que ha de venir en todos aquellos espacios que se tiñen de azul de metileno, donde se imponen amiguismos sobre conocimiento, capacidad técnica y la acción efectiva que esperan los ciudadanos de quienes fueron elegidos para administrar.

Aunque improbable, la esperanza es que aún se puede enderezar el camino y que los nuevos líderes demuestren que pueden actuar con independencia y autonomía, sin tener a la sombra las imposiciones de su mentor.

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