Desarrollo para la gente

Columnista Invitado

Es una realidad que el mundo de hoy demanda cambios estructurales en la forma de hacer política y de gobernar. Esto se refleja, en un primer momento, en los resultados de las elecciones regionales, y posteriormente, en las diversas manifestaciones que tuvieron lugar a finales de 2019 y que continúan en el 2020.

Es una situación de la cual no se puede escapar, y que tomará cada vez más relevancia en la medida en que se despierte una mayor conciencia política y social en la ciudadanía.

Ibagué no es ajena a este contexto. La ciudadanía se ha manifestado de manera crítica y contundente: demanda mayores esfuerzos e inversiones en materia social y ambiental, demanda empleo y competitividad; demanda capacidad institucional para darle a Ibagué el lugar que se merece en el contexto nacional e internacional.

Para ello, se ha planificado una ciudad sostenible a 2037, de cara a los retos locales y mundiales, y basado en las posibilidades y capacidades del territorio. Esta planificación ha sentado unas bases importantes sobre las que la administración local, que inicia un nuevo periodo de gobierno, puede y debe trabajar. “Construir sobre lo construido” no debe ser una frase de cajón. Por el contrario, es una fortuna contar con el camino allanado para materializar las soluciones a las necesidades de una ciudad que ha perdido muchos años de avance frente a otras ciudades del país que no cuentan con las mismas bondades y ventajas territoriales.

No se requieren más diagnósticos porque la ciudad tiene una vocación claramente identificada y unas ventajas comparativas y competitivas que deben ser exploradas y explotadas en beneficio del desarrollo del territorio y de su gente: Habrá entonces que priorizar estrategias, gestionar recursos, trabajar arduamente en la coordinación interinstitucional y en la articulación y cooperación público-privada, pero hay que avanzar, mirar hacia adelante y actuar, para lograr el propósito de una ciudad sostenible, moderna, incluyente, próspera económica y socialmente, y cuyo desarrollo aporte de manera significativa a la consolidación de la paz.

Un desarrollo basado en la sostenibilidad, en la relación armónica entre la conservación del ambiente y las actividades humanas, un territorio ordenado alrededor del agua que potencie la vocación agrícola y logística de la región, una economía competitiva apalancada por la cualificación del talento humano, la promoción de la cultura musical y el turismo sostenible. Esto es, desarrollo para la gente.

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