Orígenes del “mesianismo Comunista”

Columnista Invitado

Buscando ideas perdidas, más allá de los recuerdos sobre los orígenes y el pensamiento comunista, me encuentro con dos joyas. (Historia del pensamiento económico. Murray Rothabahard). Por los años de 1535 en la ciudad de Münster, Alemania, un clérigo llamado Dusentschur, a quien apodaban la espada de la justicia, decidió proponerle a un amigo de apellido Bochelson, que aceptara ser proclamado Rey. No Rey de la ciudad, sino Rey del mundo. Al principio Becherson se mostró reticente, y alegó ser un hombre modesto. Sin embargo pasado unos minutos decidió aceptar y solicitó la iluminación divina, pero que si no le llegaba en ese momento, él esperaría que le sobreviniera por el camino. Dijo que Dios le había dado el poder sobre todas las naciones de la tierra y quien se le opusiera recibiría muerte por espada.

Nombró a un tal Kinipperdolinch como primer ministro y a un herrero Rothmann como orador real, quien pretendía saber convertir hierro en oro. Expropió fincas y mansiones para su solaz, vestía y usaba joyas estrafalarias. Dio nombres nuevos a las calles, se abolieron los domingos y días de fiesta, ordenó que él daría el nombre a los recién nacidos. Se prohibieron lujos y muchos alimentos que el Rey consideró supérfluos. Decretó expropiaciones de toda índole y autorizó a los hombres la poligamia medida que lo fortaleció en el poder.

El Sacro Imperio Romano, ante el llamado de muchos atropellados, resolvió armar un ejército y avanzó en ataque para derrocar aquel sátrapa. No fue fácil dominar la ciudad. Al Rey Becherson, “el enviado de Dios”, se le obedecería por encima de todo. Faltaban alimentos, y dijo que los adoquines de las calles se convertirían en pan. Al reclamo de la multitud hambriada, les corrigió, “les prometí fue pan espiritual”.

Cae la ciudad y El Rey Bochenson y sus ministros, metidos en jaulas y torturados los dejan morir en la torre de una iglesia.

En el silencio y la oscuridad de un convento se encuentra al místico Joaquín de Fiore, Calabria, Italia, 1202. Dijo: “Hay cosas en la Biblia que solo los audaces las pueden desentrañar”. Las tres edades. La primera, el Antiguo Testamento, que era la ley. La segunda, la del hijo, el Nuevo Testamento. La tercera, la del Espíritu Santo, la alegría, el amor, y el fin de la historia humana. Esta será la que marca el fin de la propiedad, y todos vivirán en pobreza voluntaria, en perpetuo arrebato místico hasta el Juicio Final.

Son los orígenes más remotos del comunismo que se han encontrado. Los comunistas de hoy no han dejado de predicar que la pobreza nos hará libres y felices.

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