Administración, gestión: Privada o pública

Columnista Invitado

En el aula universitaria de las Facultades de Administración de Empresas, se enseña que las organizaciones sean públicas o privadas son ante todo gente con disposición de trabajar, con el propósito de lograr los objetivos institucionales previamente establecidos. De otra parte se plantea a los futuros ejecutivos que un factor importante para lograr lo anterior, es el empoderamiento del capital humano con el que cuenta las organizaciones, su experiencia, la formación, capacitación y entrenamiento del mismo, son factores estratégicos que se deben evaluar por quien llega a dirigir las mismas, afirman quienes a partir de investigaciones debidamente validadas, son autores de las teorías que rigen la Gerencia del Recurso Humano hoy.

En ese sentido, se hace importante revisar los planteamientos de la corriente humanista de la Gerencia, puntualmente el que sostiene que el activo mas relevante de las organizaciones es el talento humano, dado que es él, quien le permite a todo ejecutivo lograr resultados. Por lo anterior, se hace necesario valorar el compromiso, sentido de pertenencia, responsabilidad demostrada a través del tiempo de la gente que viene con la organización, son factores claves a revisar con el fin de definir su permanencia, no se puede aceptar que sea el amiguismo o el padrinaje especial el que le entregue la estabilidad a la gente en una organización, las organizaciones no son plazas de toros, donde el torero llega con su propia cuadrilla.

Recuerdo a uno de mis profesores de Gerencia, que afirmaba “el reto de un ejecutivo es lograr alinear los intereses de la gente con los intereses de la organización a partir de valorar su desempeño, ello compromete y fideliza a quien recibe el apoyo y reconocimiento, el actuar contrario es, sembrar despego y desconfianza, quizás no lo digan pero se percibirá en su actuar”. Recordemos que la productividad y competitividad organizacional se logra a partir de la productividad y competitividad del talento humano.

Afortunadamente en el sector privado se tiene claro el tema, lamentablemente en el sector público no, dado que cada vez que hay un nuevo gobierno y se desatan nuevas direcciones institucionales, estas con la excusa de contar con personal que le inspire confianza, dejan por fuera personal que ya tiene la experiencia y el conocimiento no solo de la institución sino de las funciones, tareas, procesos y procedimientos para lo cual ha sido vinculado.

La pregunta es: ¿Sabe el nuevo directivo el costo de estas decisiones? ¿Tiene claridad sobre el impacto que ello genera en la prestación del servicio que oferta la entidad? ¿Se ha evaluado quién es el que va a pagar las consecuencias de dicha decisión?

Retomo aquí lo planteado por el columnista Benhur Sánchez Suárez, en su columna cuyo titulo fue: Complejo de Adán publicada el pasado 15 de enero del presente año en este diario, cuando dice que “cuando se lidera con base en el poder y la arrogancia, la sociedad se empobrece dado que se trabaja para un reducido grupo”, ello le lleva a perder de vista la Misión de la entidad a la que llego a dirigir. “Es como si cada nuevo directivo creyera que todo empieza con él, que lo anterior es un espejismo y en esas mieles del poder se creen adanes, los primeros en el horizonte del ámbito en el cual deban moverse”.

Que bueno que se entrara en la politica de gobiernos de Estado, generadores de proyectos en el mismo sentido, para lo cual seguramente se requerirá de una gestión de Estado, y no de ejecutorias de gobierno. La administración, la gestión es una sola y sus postulados teóricos están debidamente validados, y tienen aplicación tanto en las organizaciones privadas como en las gubernamentales. No se puede aceptar como lo dice Benhur Sánchez Suárez, que quien gobierne o dirija lo público, “lo haga por caprichos personales y no con soportes técnicos con el fin de atender las necesidades sociales que reclaman soluciones” y de esta forma lograr avances de la sociedad.

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