¿A quién creerle?

Columnista Invitado

“Ciudadana Aída Merlano, puede pasar al estrado”. Ella caminó con paso firme y, elegantemente vestida, se sentó. Se le notaba segura, tanto que comenzó un show para el que parece haberse preparado bien. Pasaron más de cuatro meses desde que protagonizó una insólita fuga en Bogotá, tiempo en el que fue buscada para recapturarla. Hoy, se cree que ella es depositaria de grandes secretos de la política colombiana. Dice un refrán popular que “como fue el desayuno se sabrá cómo será el almuerzo”, y lo dicho por la excongresista es un abrebocas que puede tener a muchos temblando en Colombia, así algunas de las cosas enunciadas por ella en el Palacio de Justicia de Caracas suenen absurdas. Su discurso debe ser leído con el beneficio de la duda, especialmente por la gravedad de sus acusaciones. No llevaba dos minutos hablando cuando aseguró ser perseguida por el presidente Iván Duque con la intención de asesinarla. De todo lo dicho esto suena descabellado. No creo que Duque, quien no es santo de mi devoción, sea capaz de tal despropósito. Y de allí en adelante se despachó con todo y contra todos. Del exfiscal general Néstor Humberto Martínez dijo que él tapa la olla podrida de cada político; de los dos últimos presidentes (Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe) aseguró que recibieron en sus campañas grandes sumas de dinero que no estarían registradas por las autoridades electorales; aseguró que el exvicepresidente Germán Vargas es quien maneja la Fiscalía; y se fue en contra de dos de las familias más poderosas de la costa Atlántica: los Gerlein y los Char, paradójicamente quienes habrían sido sus aliados y mentores. La excongresista Merlano, prófuga de la justicia y condenada a 15 años de prisión por corrupción y compra de votos, dijo que integrantes de estos clanes familiares habrían planeado su fuga. ¿Realidad o fantasía de una mujer que se siente perseguida? Difícil saberlo. Lo cierto es que para ella no hay dudas de que tras su escape, en una cita odontológica, estuvo secuestrada hasta que habría logrado escapar de sus raptores para huir hacia Venezuela donde ahora dice estar en paz. Increíble que sea en ese país, tan lleno de problemas, donde encuentra la paz. Aquí es donde más cuidado hay que tener con lo que diga, pues no es un secreto la agria disputa de Nicolás Maduro con personalidades que ella denuncia: Iván Duque, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, por mencionar algunos. Esto no significa que se deban descartar las aseveraciones de ella, pues es de público conocimiento que durante años fue una de las consentidas de la política colombiana, donde los Gerlein y los Char tienen gran poder. Lo que tampoco se puede permitir es que Aída Merlano pose de víctima asegurando que fue condenada por delitos que no cometió, cuando en la misma audiencia afirmó, sin pruebas, que el 90% del Congreso de Colombia ha sido elegido con compra de votos, precisamente uno de los delitos por los que fue condenada. No señora Merlano, regrese a Colombia y ponga la cara ante la justicia para que cuente la que considera su verdad, a lo mejor los colombianos hastiados de tanta corrupción y engaños, decidamos creerle a sus palabras y a las pruebas que seguramente debe guardar como un as bajo la manga. De lo contrario será difícil que sus denuncias calen hondo, máxime cuando no hizo más que criticar a la derecha colombiana, lo mismo que hace su anfitrión Nicolás Maduro.

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