Un consejo para Vicky

Columnista Invitado

A Vicky Dávila la conocí en Armenia, en enero de 1999, horas después del terremoto en esta ciudad.
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Era imposible no admirar el profesionalismo con el que manejó la información a lo largo de horas de transmisión y por varias semanas, en una tragedia que dolió a los colombianos.

Yo era corresponsal de Noticias RCN en el Eje Cafetero y ella presentadora en Bogotá. Luego compartí, por años, con ella en la redacción del noticiero en la capital. Muchas veces no he estado de acuerdo con sus posiciones en el plano profesional, pero ella tiene el derecho inalienable a su independencia, aunque le desate amargas polémicas.

¿Quién se ha mantenido al margen de cuestionamientos en un oficio que da proyección local, regional o nacional? De Vicky podrán decir muchas cosas pero estoy seguro de que ella no es hipócrita; por el contrario, peca de ser muy frentera o como dirían las abuelas: “sin pelos en la lengua”. En el periodismo que a uno lo tilden de hipócrita es un insulto mayor.

Solo basta entender que Vicky, y quienes nos dedicamos a informar sobre la realidad, tiene en la integridad de su nombre el mayor patrimonio. Creo que Vicky se excedió, y mucho, en su acalorada discusión con Hassan Nassar. ¿Podría haberlo evitado? Difícil ponerse en sus zapatos cuando el ahora Jefe de Comunicaciones de la Presidencia de Colombia, le dijo “ahí está la hipocresía”, cuestionándola por viajar con su esposo en el avión presidencial.

¿Será que Nassar no sabe que si alguien ha tenido diferencias con Juan Manuel Santos —presidente que los invitó a ese viaje—, esa ha sido Vicky Dávila? Como si Nassar no supiera que entre las responsabilidades del Director de un medio está mantener relaciones con el poder, así esté en franca discordancia con quien lo ostenta.

No voy a opinar sobre las cualidades de comunicador que tiene Hassan Nassar ya que por alguna razón es el vocero del Presidente de Colombia, pero lo que sí puedo asegurar es que a él le faltan kilates para estar a la altura de una periodista como Vicky Dávila, hecha a pulso desde que comenzó como corresponsal en Cali de noticieros nacionales. Ella se ha puesto las botas y se ha metido al barro; se ha untado de pueblo y de tragedia.

A Nassar le falta mucho, o todo, para decir eso. Quizás se siente periodista porque ha ocupado cargos en medios de comunicación que lo han hecho popular —incluso gracias al apoyo de la propia Vicky, a quien ahora muerde—, pero le falta “mucho pelo pa’moña” si quiere ser un reportero curtido en la calle contando las historias y los dramas de la humanidad.

Por eso es que hoy soy atrevido y le ofrezco un consejo a Vicky: no caiga en provocaciones de quienes no están a la altura de darle un debate, usted es una gran reportera para que se exponga ante un ataque tan bajo, en medio de un gobierno que no quiere dar la cara, pero sí golpes sucios.

Capítulo aparte merecen los insultos y descalificativos que usó Vicky para responderle a Nassar, jamás un periodista puede darse el lujo de salirse de casillas o perder el control, porque de lo contrario desaparece la autoridad moral para dar francas batallas en defensa de nuestro noble oficio.

Se lo debemos a quienes nos siguen. ¡Adelante Vicky!, pero sin peleas que no aportan a nuestra sociedad cansada de violencia y agresiones.

JUAN CARLOS AGUIAR

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