El tiempo de Hurtado

Columnista Invitado

Al Alcalde Andrés Fabián Hurtado se le está agotando el plazo.
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No para terminar su período de Gobierno, evidentemente, sino todo lo contrario, para comenzar.

En dos meses, su estilo de gobierno no vibra al ritmo de los ibaguereños, suma más desaciertos que aciertos, privilegiando la exposición de excusas, el traslado de responsabilidades a su antecesor antes que posturas claras y soluciones creativas.

Empieza a quedar en el ambiente la sensación de que a diferencia de lo pregonado en sus correrías y discursos de campaña, no estaba tan preparado para asumir el ejercicio de autoridad sobre los asuntos del municipio.

Después de 60 días, Andrés Fabián Hurtado no consigue poner en marcha ni siquiera la capacidad operativa de su gobierno, pues la contratación avanza a paso lento. Pero lo verdaderamente inquietante es que el reloj de varias bombas de tiempo social haya acelerado en el camino a la ignición en lo que va de su administración.

La seguridad flaquea. Ataques con armas de fuego entre organizaciones delincuenciales, fleteos y apartamentazos se cuentan entre los hechos que inquietan a los ciudadanos, mientras por otro lado, las mafias del espacio público convirtieron el centro de la ciudad en un mercado persa y grupos de invasores ocupan predios del municipio como el de La Palmilla sin control o reacción alguna.

Los indicadores de desempleo que nos ubican de nuevo entre las primeras ciudades del país en número de población sin trabajo demandan estrategias y direccionamientos claros, coordinados desde el sector público, para integrar a la academia, el empresariado y los gremios económicos.

No es momento para improvisar o someter el tema al criterio o la opinión de cualquiera, al menos si se quieren resultados inmediatos.

Sin embargo, no es lo único en lo que falta claridad mental y estratégica del gobernante.

Un día los titulares de prensa hablan de la imposibilidad de ejecutar propuestas de campaña y al día siguiente se transforman en notas aclaratorias o rectificaciones sobre lo dicho.

Mientras la ciudad reclama obras e intervenciones prioritarias, el Alcalde diserta sobre monumentos religiosos en los cerros o la construcción de CAIs blindados, en una notoria descontextualización de la realidad del momento.

Y como si no fuera suficiente, ahora nos sorprenden con el anuncio de incrementos en las tarifas del servicio de acueducto, acciones impopulares que no caen para nada bien, especialmente, cuando riñen con la materialización de proyectos como el acueducto complementario.

La movilidad sigue siendo un desastre y tampoco se resuelve el futuro del pico y placa, medidas que dicho sea, lejos de coadyuvar a alivianar el problema podrían empeorarlo.

A estas alturas, la gran pregunta es ¿a qué se ha dedicado entonces durante todo este tiempo el alcalde Hurtado?

¿Acaso a vivir su momento de vanidad rodeado de escoltas y desconociendo de manera odiosa en la calle a líderes y ciudadanos que lo ayudaron a elegir?. O quizás a ¿buscar la manera de saldar su deuda con el barretismo para poder dar grito de independencia y posesionarse al fin como Alcalde con autonomía sobre sus decisiones, sin la vigilancia o las presiones de los escuderos del exgobernador?

Sea cual sea la respuesta Ibagué requiere ya un viraje en el timón porque si antes las cosas estaban mal, ahora están peor y podrían terminar todavía más fuera de control si no se recupera el sentido de gobernabilidad, ni se afinan las estrategias para la correcta conducción político administrativa de la capital tolimense.

ANDRÉS FORERO

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