Promesas y engaños: una mala práctica

Columnista Invitado

En días pasados sin querer fui testigo de la angustia de un padre de familia, quien describía ante un grupo de amigos, la situación que hoy viven sus hijos, la mayor hace dos años terminó estudios de educación superior y aún no ha podido ingresar al mercado laboral y su hijo menor en diciembre pasado igualmente egreso de la Universidad como profesional.
PUBLICIDAD

La angustia giraba alrededor de la situación de ellos, sus hijos, los dos profesionales, pero sin trabajo, y él con obligaciones adquiridas ante instituciones financieras, hecho que le llevaba a plantearse la siguiente pregunta: ¿se justifica hoy en día que los jóvenes realicen estudios en una Universidad cuando no hay oportunidades laborales?, corriendo inclusive el riesgo de comprometer el poco patrimonio familiar como en el caso de él que tuvo que asumir una responsabilidad ante instituciones financieras con el fin de apoyar a sus hijos con la esperanza que ellos al término de sus estudios asumieran los mismos una vez que estuvieran laborando.

La incomodidad iba más allá, cuando afirmaba que, con motivo de las elecciones locales del año anterior, su hija con tal de lograr el “cuestionado apoyo o palanca” que le permitiera conseguir un empleo, trabajo más de 18 horas diarias con una de las campañas políticas del proceso electoral vivido, entiendo que fue una de las ganadoras, hecho que le generó muchas expectativas al ver que seguramente en el 2020 estaría iniciando su vida laboral. Lo triste contaba el señor, es que quienes la entusiasmaron para que se involucrara en dicho proceso, le han tomado del pelo a tal punto que la semana anterior, cuando llego a casa encontró a su hija en un mar de lágrimas, bastante deprimida y desmotivada, al saber que lamentablemente no había opción para ella.

La anterior situación ratifica que los jóvenes no están encontrando opciones laborales ni siquiera cuando regalan su fuerza laboral en forma anticipada y gratis, la pregunta es: ¿Es justo que los jóvenes estén siendo sometidos a este tipo de prácticas? ¿Es justo que se engañen a los jóvenes con promesas que no se cumplen? Razón tienen los jóvenes para no creer en la dirigencia de hoy, es decir, día tras día se acrecienta la desconfianza o la no credibilidad en la institucionalidad por parte de ellos, hecho que se valida con el último estudio realizado por la Universidad del Rosario sobre lo que están pensando los jóvenes de hoy y que fue dado a conocer a mediados del mes pasado.

Del estudio en mención se infiere que mientras los que lideran a Colombia van por un camino, la juventud tiene serias preocupaciones, entre las que están: la falta de oportunidades para los jóvenes, el incremento de la corrupción, la falta de actuación de la justicia, la desigualdad, la inequidad, la injusticia social y lo más grave es que no creen en los actuales dirigentes, es decir, tienen una mirada totalmente diferente del país y de quienes lo lideran.

Espero que la angustia a la que nos está sometiendo el coronavirus nos esté sensibilizado en especial a quienes hoy lideran el país y las regiones y los lleve a partir de una sincera reflexión a construir un verdadero plan de acción, visionario que tenga como reto lograr el bienestar de todos y no solamente de un grupo privilegiado, de tal manera que recuperemos la confianza de nuestros jóvenes que al fin y al cabo serán ellos los futuros líderes.

De no ser así, estoy convencido que el electorado pasará la cuenta de cobro más temprano que tarde, dado que la historia ha demostrado que el poder es efímero y los aduladores pasajeros. Ejemplos hay muchos, entre ellos el que vivió nuestro querido departamento del Tolima en el pasado.

FÉLIX RAMÓN TRIANA GAITÁN

Comentarios