Lo de fondo es el modelo de desarrollo

Columnista Invitado

Estamos aislados no para acabar con el contagio por coronavirus, sino básicamente para que su expansión no sea tan rápida y el sistema de salud alcance a preparase para recibir a los contagiados.
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Nos tienen encerrados para ver si logran comprar camas, insumos, equipos que deberían tener los hospitales; toca esperar y confiar que se logre, porque si no los más viejos seremos objeto de eutanasia por falta de ventiladores. Pero la corrupción mezclada con un modelo de desarrollo inadecuado (que incubó una Ley 100) no permite un sistema de salud eficiente; la salud dejó de ser un derecho y pasó a ser una mercancía para enriquecer a unos pocos.

Todo esto se debe a un modelo de desarrollo equivocado, que le ha dado paso a las economías extractivistas (por ejemplo la locomotora minera), a privilegiar el cemento sobre el desarrollo humano (las super 4G y menos para la educación y la salud) a la guerra sobre la vida (miles de millones para matarnos unos a otros y sin recursos para ciencia y tecnología). Eso sí este modelo, ha permitido que los ricos aumenten su riqueza, que los pobres se paupericen y la clase media sobrevivamos gracias al endeudamiento permanente; estamos en manos del sistema financiero (por poner un ejemplo los créditos del Icetex , con intereses peor que los bancarios).

Lo cruel es, que una vez más los más pobres tendrán que sacrificarse para que el Estado funcione. Una cosa es la cuarentena con plata, con Netflix, con video chats, además de gel antibacterial, tapabocas etc y otra cosa muy diferente es encerrado sin comida, en una pieza hacinados (no quiero ni pensar en los problemas de violencia intrafamiliar).

Seguimos estigmatizando a los pobres, parecen culpables hasta de serlo. Muchos están convencidos que el aumento del contagio es culpa de los habitantes de Soacha. Parece ser que nadie se había dado cuenta que esta localidad es el dormitorio de la mayoría de los trabajadores de Bogotá, además de ser históricamente la gran receptora de desplazados de todo el país.

Otros, se han dado cuenta que los derechos humanos no es un cuento de los “comunistas “o que la población vulnerable sí existe, más allá de los discursos veintejulieros de épocas de elecciones. Esta situación de cuarentena, hizo también que muchos se dieran cuenta que hay colombianos sin tener que comer, que sobreviven del rebusque diario. Es que el distanciamiento social, hoy resignificado, ha existido siempre.

Tenemos que pensar a mediano plazo y exigir a esos padres de la patria que les pagamos sus robustos salarios con nuestros impuestos, así algunos vayan a roncar al Congreso, que acaben con la Ley 100, a no ser que quieran que el negocio de la salud continúe.

Nos creíamos invencibles, y un invisible virus nos tiene en estado de pánico, pensémoslo como un llamado que la Vida nos hace para dejar de lado todo aquello que hemos cultivado de egoísmo, exclusión, mentiras y violencias, que nos alejaron de nosotros mismos, del reconocimiento de los otros, de la familia y de la naturaleza. Como dijo el Papa nos dimos cuenta que todos íbamos en la misma barca.

CECILIA CORREA

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