¿A Dios lo que es del cesar?

Columnista Invitado

Como ustedes, soy un atónito observador del rumbo de los acontecimientos. No tengo la menor idea de lo que va a pasar con el mundo ni conmigo.
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Ahora vivo el día. El corto plazo es mañana, el mediano la semana entrante, y el largo y muy incierto, cinco o seis meses. Yo me preparaba para un cambio de estado laboral y venía notando “señales” que me negaba a interpretar como simples coincidencias. En enero pasado, por ejemplo, animado por mi señora volví al templo del que me había alejado, molesto con el impúdico lucro de su pastor. No era envidia, sino rechazo al nuevo mandamiento de las iglesias cristianas: enriquecer sin límite a sus propietarios.

La sorpresa fue encontrarnos con la estrella de góspel Danilo Montero, pastor de Lakewood Church, congregación que en Houston alberga 52.000 personas en cada culto. Predicó que llegará un vino nuevo a nuestras vidas; un poder fresco que sustituirá los viejos odres. Afirmó que somos uvas escogidas por Dios, que Él nos está limpiando para ser prensados, macerados, exprimidos hasta desprender de la pulpa todos los hollejos. Apretó la boca y estrujó su puño contra la palma de su mano izquierda, anticipando proféticamente uno de los pasos indispensables de la nueva técnica del lavado de manos.

Mi señora me susurró con gesto de reproche: – Y tu creyendo que te estaban presionando para aburrirte. ¡No señor, son instrumentos que Dios usa para que cambies de aires, para que te pongas las pilas!, Asentí con la cabeza y los párpados. Montero agregó que en ese entonces escogían jóvenes fuertes y entusiastas para que pisotearan las uvas al ritmo de salterio, arpa y tamboriles. Volví a mirarla con cara de ternero degollado, sorprendido con los aciertos del millonario predicador. “Sin prensa no hay vino, pero no se preocupen: después de la tempestad sigue la calma. La fermentación exige un largo reposo, una paz profunda necesaria para que el zumo adquiera color, sabor y aroma”. Suspiré aliviado.

Hoy creo que lo dicho por Danilo Montero tenía menos que ver con mi situación personal que con los cambios que enfrenta la Humanidad. Hay que romper paradigmas, como esa idea machista, patriarcal, que afirma que el hombre es dueño y señor de la creación, no un huésped con un mandato de responsabilidad, respeto y armonía con nuestros congéneres y demás especies. Que somos barro: frágiles, falibles, efímeros como las hojas de los árboles. Tal vez esta sea la vendimia de una cosecha que apesta, y haya que extraer los sarmientos podridos antes de ingresar las uvas sanas al lagar, para que se produzca un fragante vino nuevo.

Me entusiasmó el mensaje, porque invita a llenarnos de un contenido fresco: servicios innovadores, asequibles al prójimo (que es nuestro cliente), amigables con el medio ambiente; que solo podrán ser construidos con gentes no contaminadas de lo viejo, y en un nuevo escenario.

Danilo Montero debe estar más pensativo que yo. La peste ha retado ese modelo de negocio que consiste en embutir en un templo diez o veinte mil feligreses cada fin de semana. John Milton Rodríguez, senador evangélico, ya le pidió a Duque incluirlos en el rescate financiero de las empresas.

Los cristianos nos sentimos complacidos de descargar sus podcasts de manera gratuita, porque gratuita es la salvación.

GUILLERMO HINESTROSA

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