Un feminicidio más impune

Es cierto que la agresión a las mujeres ha estado presente desde el inicio de la sociedad patriarcal como una forma de sometimiento y control.  Una violencia que es aceptada, tanto que se encuentra integrada en la normalidad cultural por medio de la justificación de las agresiones, que se han ido transmitiendo de generación en generación hasta alcanzar la situación actual. 
El feminicidio no se refiere al sexo, se refiere al género, a la construcción social que tolera, permite e incluso justifica y sanciona impunemente el asesinato de las mujeres. La violencia ejercida contra las mujeres, por el hecho de serlo, es una violencia instrumental, que tiene por objetivo su control. No es una violencia pasional, ni sentimental, ni genética, ni natural. La violencia de género es la máxima expresión del poder que los hombres tienen o pretenden mantener sobre las mujeres. 
Ahora bien, al no condenar a los responsables de estos actos violentos, se incentiva la criminalidad, pues sugiere que la vida de las mujeres no importa, no vale nada y además, se legitima este tipo de conductas, logrando de este modo que los patrones culturales de violencia continúen naturalizados en nuestra sociedad. 
¿Cómo pretendemos que las mujeres rompan el silencio con un sistema judicial que es impune? La seguridad ciudadana debe ser una prioridad, y el fortalecimiento de las políticas públicas de prevención y protección debe ser una medida implementada en cada municipio. 
Hago un llamado a todas las mujeres, a que levanten su voz, su inconformismo frente a esta decisión, que además de ser injusta, sienta un precedente negativo para todas nosotras. Por eso me uno a la solicitud de la Red de Mujeres de Ibagué y del Tolima de no permitir que el caso de Luisa Fernanda Rodríguez González quede  en  impunidad  por  maniobras  dilatorias, no es posible que la  persona  que  presuntamente  habría  cometido  el  delito  de  feminicidio en  contra de Luisa Fernanda Rodríguez, se encuentre en libertad por  vencimiento  de  términos.  Debemos terminar con esta cultura de impunidad, negligencia y omisión. El Estado debe dejar de ser cómplice, porque así, continúa perpetuando la violencia de género.