La Estación del tren es un patrimonio local, no la dejemos caer de nuevo

Columnista Invitado

La Estación del tren de Picaleña más que un edificio antiguo recuperado, es la memoria viva de un tiempo histórico que vivió la región y que puede dar cuenta de las múltiples transformaciones que ha sufrido el entorno y la ciudad, su crecimiento, pero también las formas que ha tomado el país luego del cierre de las estaciones y del fin del tránsito de los ferrocarriles.
PUBLICIDAD

Haciendo una revisión general sobre las indagaciones que se habían realizado sobre la antigua Estación del tren de Picaleña, me encontré con que se habían hecho varios intentos por acercarse a este edificio de distintas maneras, con el documental “La Última Estación”, como lo hizo el realizador audiovisual Edgar Aya, con múltiples ejercicios de los pregrados en Arquitectura de la ciudad que lo han tomado como parámetro para revisar el tema del patrimonio, entre otras acciones, fotos y demás registros que se encuentran en algunos medios de comunicación de la ciudad; sin embargo, me llamó la atención un trabajo elaborado por el grupo de investigación “Rastro Urbano” de la Universidad de Ibagué de hace ya varios años (2012) y que en cabeza de la investigadora Italiana Olimpia Niglio concluyen que, palabras más palabras menos, recuperar el edificio es importante porque al hacerlo se recupera parte la memoria y es una gran oportunidad de desarrollo social y cultural para el sector y la ciudad de Ibagué.

Si bien, el patrimonio no es un tema prioritario para la administración local y menos ahora en la crisis del Covid-19, es importante volver sobre lo importante, teniendo en cuenta que lo fundamental e inmediato se está atendiendo. Pero ¿Qué es lo importante para este caso? Los bienes de interés material de una ciudad, declarados patrimonio, representan parte de la identidad y características fundamentales para los habitantes de un lugar, la estación del tren de Picaleña estuvo oculta por mucho tiempo, entre tejas, adaptaciones para vivienda, letreros, entre otros arreglos que no dejaban ver la composición original del edificio, ni resaltar para la ciudadanía la importancia que tiene para Ibagué conservar esta edificación como aporte para la memoria de los ferrocarriles en el país. 

Es así como recuperada y entregada hace ya aproximadamente cinco meses, hoy la estación del tren es un edificio desocupado, sin el desarrollo de alguna actividad dentro y con un parque enmontado de maleza a su alrededor. Pero más allá de eso y volviendo a la investigación de la arquitecta Niglio, este espacio al recuperarse e involucrar directamente a la comunidad, debe servir como polo de desarrollo y articulación sociocultural para que los habitantes del Picaleña y demás barrios circunvecinos tengan la posibilidad de tener cerca un centro cultural, de desarrollo del arte y puedan, saliendo de este tiempo, tener una opción de formación pero también de encuentro y solidaridad. Nada de eso está siendo gestionado.

La arquitecta italiana en el resultado de su indagación dice que ese proceso de adaptación de la estación, ya recuperada, debe hacerse junto a la comunidad, con sus ideas y gestiones es posible cualquier reapropiación, de lo contrario sin algún proceso colectivo solo será un  antiguo edificio más de la ciudad. De tal manera, que ese es el llamado a la administración local de Ibagué para que reconozca a la estación del tren de Picaleña como parte de nuestro patrimonio. Cerrando el año anterior dejamos recuperados los predios en su totalidad, los trámites listos de la segunda fase del parque y los lazos con la constructora Bolívar para continuar con las acciones y aún nada se ha reactivado. Una recomendación: no la vayan a dejar caer de nuevo.

CARLOS JULIO PINILLA

Comentarios