La ingenuidad ambiental del PDM de Ibagué

Columnista Invitado

En Colombia, solo hace pocos años se posicionaron en el vocabulario cotidiano los términos relativos al medio ambiente.
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Entran por la academia, sus investigadores y otras formas de importación de lenguaje para luego pasar al habla popular; sostenible, cambio climático, ecológico, medio ambiente, resiliente, etc. son algunos de tales términos. Lastimosamente, se popularizan sin haber entendido su significado crucial. Pero más preocupante es, que este fenómeno existe también entre el sector público; el cual se supone, que orienta nuestro accionar frente a tan preocupante aspecto de la vida actual.

Al revisar el Plan de Desarrollo Municipal de Ibagué, se evidencia que los mencionados vocablos se usan, por costumbre, y ojalá con la mejor intención, pero con una ingenuidad asombrosa. Apenas en el último lugar de los cuatro pilares que exhibe el PDM, aparece algo relativo al ambiente y es clarísimo que desconoce esta inobjetable verdad:

Los límites del crecimiento están en la incapacidad de los ecosistemas para soportar la presión humana.

En el principal objetivo el PDM, promete una ciudad “en equilibrio armónico con el medio ambiente”. Pero no se percata de que el medio ambiente es la resultante de la manera como los humanos interactuamos con la naturaleza, pues a la naturaleza poco la nombra. Continúa el plan: Las obras de infraestructura y todas las acciones del gobierno local, estarán orientadas a promover la sostenibilidad ambiental y generar conciencia por la conservación del medio ambiente. ¿Cuál? ¿conservar el deteriorado ambiente que habitamos y padecemos hoy?

En la denominada Dimensión 3. Ibagué Ambiental y Ecosistémica sensibilización para la conservación y uso eficiente de los recursos naturales, aunque hace amplias promesas que suenan bien, es claro cómo la naturaleza es vista sólo como una despensa a nuestro servicio. Lo cual se corrobora en el Objetivo específico de la dimensión (Pág. 204), el cual consiste en: uso eficiente y eficaz de los recursos naturales del municipio de Ibagué.  Después de un breve panorama sobre ellos, el Plan salta a la Gestión del riesgo. ¡Por favor! ¿Hemos aceptado ver a la naturaleza como un monstruo que nos amenaza y nos pone en riesgo, antes de siquiera identificarla?

Tanto es así que el plano 31 de la cartografía POT se denomina Amenazas Lahares. No hay un plano identificado como Sistema hídrico, lo cual sería apenas elemental. No, ¡aprendemos que los cursos de agua son una Amenaza! En un lugar hidrológicamente tan rico, aparte de amenaza el agua solo es entendida como un servicio. No ha sido entendida como un tesoro para cuidar; para permitir, facilitar y garantizar la continuidad de su ciclo. Ese ciclo hidrológico que aprendimos (ojalá) en la primaria y cuya salud garantiza nuestra propia vida.

Por otra parte, la primera vez que en el PDM aparece la palabra árboles, lo hace con respecto a su posible caída, como parte del ya aludido riesgo. En este aspecto, la propuesta del PDM es: A través de la restauración de áreas protegidas y ecosistemas estratégicos se llevará a cabo la reforestación con 400.000 árboles para la ciudad, proyectando a Ibagué como una de las ciudades verdes de la Nación (Pág. 215). ¡Qué ingenuidad, insisto! ¿Plantando 400.000 árboles se solucionan nuestros problemas medio ambientales?

GLORIA APONTE

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