Colombia: un país descuadernado tocando fondo

Columnista Invitado

Hay tantos casos de violación de derechos humanos, de desaparición de líderes sociales, de procesos de corrupción que no avanzan, de mandatarios elegidos por medio de compra de votos, testigos curiosamente envenenados con cianuro, altos funcionarios del Estado con vínculos cercanos a narcotraficantes, que uno se mueve entre la desesperanza, el miedo, la impotencia y la sensación de no futuro. Quiero comentar algunos casos.
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1. El gobierno nacional dice haber dispuesto, de mas de 11.7 billones de pesos, algo así como 11 puntos del PIB para atender las emergencias de la Pandemia; sin embargo, el Observatorio fiscal de la Universidad Javeriana, que merece toda credibilidad, al revisar las cuentas, conceptuó que sólo se pudo comprobar el gasto de 5.8 billones (no informa si están bien o mal gastados) de los cuales 36 billones fueron transferencias a entidades territoriales. Esto significa que no se ha invertido 11 puntos del PIB, no alcanza ni a un punto del Producto interno bruto-PIB. Por otro lado, mandatarios locales despilfarrando los recursos de ayudas humanitarias en contrataciones poco o nada transparentes. Aquí va a surgir una nueva clase  de mafia “los ricos del Covid”.

2. La congresista Cabal, militarista y uribista de pura cepa, expresó ante la violación de la niña indígena emberá de 11 años, por siete militares activos, que estas niñas indígenas eran “provocadoras de los militares“. Un día antes había dicho que era un “falso positivo” para enlodar la imagen de las instituciones militares. Cómo sólo saben hablar las personas con graves problemas mentales, lo dijo a modo de sentencia y generalizando a todas las niñas indígenas. Su partido no le llama la atención, el gobierno se hace el sordo, el Icbf no se pronuncia; una vez más, quedará como única opción la  sanción social, entonces para qué un Estado de Derecho y unos gobernantes?. Aún están pendientes en relación con este caso, las actuaciones y declaraciones desafortunadas a que nos tiene acostumbrados el fiscal Barbosa.

3. El presidente Duque, el mandatario de supuestamente todos los colombianos, hace gala de bipolaridad para gobernar, casi tres meses en cuarentena y en un solo día sin IVA (Covid friday), propicia preocupantes aglomeraciones, que con absoluta seguridad aumentarán los niveles de contagio, además hace que se pierda credibilidad en las medidas de cuarentena, sin comentar lo que ha afectado políticas territoriales de contención de la pandemia. Si bien es cierto que el autocuidado es necesario, también es deber de los gobernantes proteger a sus ciudadanos. Pero, como estamos frente a una neodictadura, en que se administra y gobierna el país a punta de decretos y decisiones centralizadas, el presidente no cree necesario reconocer sus errores. Otra vez amplió la cuarentena (hasta 15 de julio), pero el 3 de julio (es decir en cuarentena) hay otro día sin IVA, quién entiende eso?.

4. La autoritaria Vicepresidenta, que tiene un dedo índice muy largo y mucha labia para señalar a narcotraficantes y guerrilleros, y enarbolar su “posición recia frente al narcotráfico”, que cree que sobran los sicólogos y la gente pobre  es “ atenida”, nos ha sorprendido con su “tragedia familiar”, al saberse el hecho que pagó la fianza de su hermano traficante de heroína, preso en Estados Unidos, si bien es cierto que uno no tiene que responder por actos familiares y que cualquier familia sensata y unida apoya al caído, este no es un hecho aislado en  su vida; su esposo y ella son socios en una empresa de diseño y construcciones (Hitos Urbanos ), que hicieron contratos con mafiosos  y su esposo es socio del narco conocido como Memo fantasma y ella se reunía con bastante frecuencia con alias Mancuso, paramilitar preso en USA. El problema es que ella, por el cargo que ocupa (o mejor usufructúa), representa a todo un país, señalado históricamente por la comunidad internacional como un Estado corrupto y narco; la Vicepresidenta no es un buen ejemplo con sus coincidencias y/o cercanía con personas al margen de la ley.

CECILIA CORREA

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