El mundo sigue inquieto

Columnista Invitado

Empieza en Colombia la nueva administración progresista. Sus ilusiones son muchas; sus expectativas altas; sus dificultades mayúsculas; los recursos limitados; los miedos están a flor de piel. La obsesión con cambiarlo todo puede obnubilar el juicio sobre el contexto en el que se debe mover el país internacionalmente, una arena movediza, inestable y peligrosa.
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En los EE.UU. lo relacionado con el intento de golpe de Trump y ahora el allanamiento de su casa en Florida para incautar documentos de “seguridad nacional” que no deberían estar ya en sus manos, han movido la política doméstica y por ende la mundial. Hay elecciones de congreso este año y la posibilidad de que los republicanos retomen las mayorías en las dos cámaras siguen siendo altas. 

Sin embargo, el exitoso operativo contra el sucesor de Bin Laden ha descargado la atmósfera de derrota que aún se respiraba después del 11 de septiembre, abriendo espacios a Biden para mover en el congreso su agenda legislativa sobre cambio climático y economía. Podríamos ver un giro en los electores apoyando posturas menos conservadoras que se reflejaría en el fortalecimiento de las mayorías demócratas en una administración demócrata, con repercusiones en la agenda internacional, especialmente la de América Latina y sus administraciones más inclinadas a la izquierda.

La mediática visita de Nancy Pelosi a Taiwán sin duda movió opinión doméstica hacia su campo, al ejercer su tradición de cuestionar a China en materia de derechos humanos como casi nadie se ha atrevido en la comunidad internacional. Que China, coordinada con Rusia, mueva su Ejército Rojo para responder a tal visita, prueba que la Pelosi tiene poder y que lo ejerce para bien de su partido y de sus creencias. Al mismo tiempo, hay éxodo popular en Hong Kong ahora sí engullido por Pekín en desarrollo de la visión, correcta por lo demás, de una sola China.

Rusia apela a presidiarios para reemplazar sus bajas en la olvidada invasión a Ucrania y hace crecer el riesgo nuclear atacando plantas de uranio. Los EE.UU. y Europa incluida la incierta Inglaterra post-Johnson, alimentan con armas modernas y poderosas, algunas en prueba, la confrontación que pareciera tener como objetivo desgastar a Rusia a costa de los ucranianos. Ojalá el oso ruso no se desate del todo antes.

En el Pacífico las tensiones crecen no solo por Taiwán. Japón se está rearmando, Corea adquiere capacidad misilística intercontinental con su misión a la luna y Australia acelera su modernización bélica dando por superado el incidente de las compras de armamento y submarinos a los franceses que había dañado las relaciones bilaterales. Hay más ejercicios militares hoy en el Pacífico, que antes de Pearl Harbor.

Avanzan Suecia y Finlandia en la Otan. En Asia, India y EE.UU. maniobran combinados en la frontera en disputa con China, claro mensaje de que los indios no están dispuestos a dejar a Pekín con las manos libres.

La migración ilegal regresa a Europa central y sur; reaparece con aumento de colombianos en la línea mexicana con EE.UU.; los masivos venezolanos amenazan la estabilidad del norte de Chile y del noroeste brasileño, aunque hay síntomas de regreso a su país dadas las nuevas condiciones menos miserables que produce el repunte del petróleo. Con el cambio climático se incendian California, Portugal, parte de España y Francia; el Reino Unido muere de sed; se predicen inundaciones masivas en las próximas semanas. Inflación alta, escasez de granos, nuevos virus, regreso de la viruela y de la polio, escasez de energía y altos intereses.

El mundo está crecientemente inquieto. Es peligroso creer que Colombia está aislada de esos acontecimientos definitorios del futuro y que en política exterior solo debemos ocuparnos de Venezuela y del ELN: son dos asuntos del mayor interés, y hay que solucionarlos. Pero al mismo tiempo, saber que hay amenazas y oportunidades aún mayores que no nos pueden tomar por sorpresa.

 

LUIS CARLOS VILLEGAS

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