¡Que salgan los músicos!

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El debate sobre la conveniencia de que los músicos interpreten sus melodías en la calle es pertinente, pero sería más útil que se delibere sobre cómo apoyar el talento local y cómo crear espacios y momentos para que estos puedan realizar sus presentaciones, o sobre cómo hacer para que la ciudadanía se apropie de la música como patrimonio y expresión cultural que nos identifica ante Colombia y el mundo.

En primer lugar, es preciso recordar que las presentaciones callejeras son una práctica que se repite en muchos lugares: Salzburgo, cuna de Mozart; París, en Europa; Nueva Orleans y Nashsville son famosas por el jazz y la música folclórica de Estados Unidos, como también San Francisco, Río de Janeiro y Bogotá, entre muchísimas otras, son ciudades donde los músicos se ubican en calles concurridas a ofrecer sus melodías. Seguro muchos de ellos lo hacen con la expectativa de que los transeúntes les premien con dinero, otros porque quieren que se conozca su música, porque quieren mostrar su talento o, simplemente, porque lo disfrutan. Y, con toda certeza a quienes los escuchan se les ocurre pensar que por hacerlo ellos están perdiendo su dignidad o que dejan de ser profesionales.

Salir a la calle a presentarse no solo es de músicos: podemos encontrar pintores, caricaturistas, magos, mimos, cuenteros, circos callejeros, entre otros, y no por ello podemos calificarlos como “limosneros”; por el contrario, son gente que aporta su arte para enriquecer la vida cultural de la ciudad. Mucho del encanto de los lugares antes mencionados se debe a su presencia en las calles y llega a constituirse en uno de los principales atractivos especialmente en ciudades donde hay afluencia de turistas.

El asunto, entonces, hay que mirarlo desde otra óptica. No son ellos los que deben dejar de salir, es la ciudadanía ibaguereña la que tiene que cambiar su concepto sobre la situación. Hay que propiciar mejores condiciones de trabajo para ellos, más espacios adecuados para brindar sus presentaciones de tal modo que no interfieran la circulación y otras actividades del entorno. Hay que generar oportunidades para que ejerzan su actividad en forma remunerada y, nada de pedirles que actúen “gratis”, ni por parte del sector privado ni del público, que es una costumbre muy odiosa.

Es preciso que a estos profesionales se les trate con el respeto que merecen, y quienes debaten y se molestan con la situación arriba señalada, mejor sería que cuando los escuchen por las calles, no los traten como limosneros dándoles “moneditas”: apórtenles un billete que dignifique el valor de su trabajo y aplaudan su actuación.

A los músicos, muchas gracias por ofrecernos su talento y querer enriquecer y embellecer una ciudad que se precia de ser ‘la Ciudad Musical de Colombia’ pero que, en muchas oportunidades, dista bastante de comportarse como tal.

Credito
MARTHA CRUZ

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