David Manzur en el Museo

Darío Ortiz

Se acaba de inaugurar en el Museo de Arte del Tolima una muestra individual del trabajo de David Manzur (Neira, Caldas 1929) dedicada a los últimos 8 años de su producción.
PUBLICIDAD

Manzur es una de las figuras destacadas del arte colombiano desde la consolidación de la modernidad en la década del 60, momentos en que su trabajo estaba inmenso dentro del constructivismo abstracto bajo la influencia del padre del constructivismo, el ruso Naum Gabo, de quien fuera su asistente en Estado Unidos, a donde Manzur había llegado luego de ganarse la beca Guggenheim en 1961. La calidad de la línea y la facilidad para el dibujo, evidentes en los bocetos de sus proyectos abstractos, hicieron que el mismo maestro ruso lo impulsara a que retomara estos elementos para el desarrollo de su obra. Y así lo hizo a partir de los años setenta, comenzando un viaje por una figuración propia entre realista y fantástica que aún no termina como se puede apreciar en la muestra del Museo.

David, como siempre ha querido que lo llamen, al regresar al país abrió un taller donde durante 20 años compartió con generosidad su conocimiento, no solo del dibujo, sino especialmente de la historia del arte, las características físicas de la luz y el color, el cine, entre otros temas de su basto conocimiento enciclopédico. Sus conferencias de los miércoles en la noche eran el plato fuerte del taller. Allí se indagaron las corrientes del arte contemporáneo y se realizó una película vanguardista sobre Zurbarán en la que podemos encontrar los primeros hervores del performance en Colombia.

Ha trabajado con un abanico de materiales y técnicas que van desde el óleo al acrílico y al collage, de la litografía al aguafuerte y del carboncillo al pastel del cual es consumado cultor. Ha tenido temas icónicos entre los que se cuentan las monalisas, las transverberaciones de Santa Teresa, las moscas, los San Jorges, las ciudades oxidadadas y el San Sebastián; una pintura monumental que mereció una muestra individual en el Museo de Arte Moderno de Bogotá en 1987 y que tuvimos la fortuna de poderlo exhibir en Ibagué junto a uno de sus grandes bocetos, en la exposición Grandes Obras de Grandes Maestros en el 2012.

Las piezas que se exponen en el MAT, una curaduría del Estudio David Manzur exclusiva para el Museo, hacen un recorrido por el trabajo de un artista inquieto que a sus 92 años aún encuentra caminos nuevos a su imaginario recurrente. Imaginario en el que no ha faltado la tragedia colombiana de décadas de violencia.

En julio, durante su más reciente exposición en Medellín, Manzur le dijo al periódico El Colombiano que el MAT era el mejor espacio en nuestro país para montar una exposición: “tiene los espacios perfectos para todas las formas y tamaños de escultura y pintura, y la manera de iluminar con perfección absoluta”. Hoy, pocos meses más tarde, son sus obras las que le dan luz y completan ese espacio vacío, que sin artistas de su embergadura no es sino un poco de toneladas de concreto. Dos exposiciones dedicadas al dibujo de los tolimenses Juan Carlos Jiménez y Diego Gómez, además de la muestra de Luis Caballero, completan este ciclo de exhibiciones imperdibles. 

DARÍO ORTIZ

Comentarios