Confianza

Clara de Zubiria de Meléndez

Hace unos días hablamos de la necesidad de dar cada quien el primer paso en su propia vida, si queremos ver un cambio en el mundo y lograr la paz. Imaginemos gráficamente la eficacia de esta estrategia.

Visualicemos un gran valle. El suelo está cubierto de tapas de botellas todas boca arriba. El objetivo es ponerlas boca abajo. ¿Se imaginan el tiempo que llevaría a una sola persona tomar una por una cada tapa y voltearla? ¿Qué tal si lo hacemos entre todos y cada quien voltea su propia tapa? El cambio se da. Recordemos que son muchas las tapas y la acción de cada quien es irreemplazable.

Qué dicha una sociedad en la que podamos confiar en los demás. Hay que dar el primer paso para lograr este sueño. Como personas, solamente podemos cambiarnos a nosotros mismos. Intentar cambiar a otro es una labor desgastante e infructuosa. Nadie cambia a nadie. Debemos cada uno ser el cambio que queremos ver. Ese es el primer paso.

El camino es largo, por eso cuanto más pronto lo iniciemos, más pronto llegaremos. Yo decido hacer mi cambio. Los resultados bien valen el esfuerzo. Recordemos que la fuerza para cambiar y ser coherentes está en nuestro interior. Aquietar nuestra mente hace que esa fuerza que soy emerja. Las respuestas están dentro de cada uno.

Hay que ser honestos

La deshonestidad es un flagelo que nos afecta. El hábito de mentir está bastante arraigado culturalmente. Mentimos, mentiras blancas o mentiras piadosas suponen que el mentir es lícito. ¿Qué ejemplo estoy dando yo? ¿Fomento con mis actos esta conducta? ¿Me afecta que me mientan? ¿Puedo confiar en alguien que miente? Al otro no lo puedo cambiar, pero yo sí puedo auto observarme e ir generando el hábito de decir la verdad. Eso si está en mis manos. Doy el primer paso, con respeto, irradio la luz de la verdad en mi derredor para inspirar a otros que deseen hacerlo también.

Que no nos pase como lo del grupo que preparaba una fiesta y acordaron que cada quien llevaría una botella de vino, que sería depositada en un gran tonel que se repartiría a los invitados. Cuando llegó la hora de servir, los meseros vieron con gran sorpresa que del tonel salía pura agua. ¿Qué ocurrió? Cada quien pensó que entre tantas botellas de vino una de agua no se notaría. Todos pensaron igual.

“Cuando pierdes contacto con tu quietud interior pierdes contacto contigo. Cuando pierdes contacto contigo, te pierdes en el mundo”. Eckhart Tolle

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