Creencias ocultas

Clara de Zubiria de Meléndez

Hay ocasiones en la vida en las que sin darnos cuenta nos convertimos en nuestros peores enemigos. En un momento nos entusiasma algo y al otro, inconscientemente, saboteamos eso que tanto nos gusta, y sin saber porque nos sentimos incapaces y nos llenamos de temores. Automáticamente se produce un bloqueo.

Me fascina escribir. Con solo pensar en tomar lápiz y papel o un computador, me emociono. Tomo estos maravillosos instrumentos y me dejo llevar, dejo fluir pensamientos, recuerdos, sentimientos. Escribirlos y eventualmente compartirlos, me gusta. Es así como nació esta columna. Decidí hacerlo semanalmente.

Comencé feliz. Poco a poco la felicidad fue desapareciendo y pasé a sentirme sobrecargada. Lo que antes hacía con fluidez, ahora se me dificultaba. ¿A dónde se habían ido la alegría y la espontaneidad? ¿Dónde se habían escondido esas ideas, que antes brotaban sin esfuerzo? Se me había vuelto una tarea con todas las connotaciones que esta implica. Sin saberlo emergió desde lo profundo de mi ser aquello que ocurre cuando se incumple un compromiso escolar: Se interpone el miedo. De inmediato surge un bloqueo. Dejo de experimentar gozo cuando escribo. Las ideas se nublan. Me cuesta. De mi inconsciente salen todas esas creencias que a través de la vida han quedado grabadas allí. Ser inadecuada, no responder a las expectativas de lo que se espera de mí, son algunos de los mensajes acumulados desde la infancia mediante frases como: “No se puede”, “Así no se hace”, “Otros lo hacen mejor”; y es en los momentos ens que quiero ser yo y expresarme libremente, que aparecen las inseguridades y me sabotean.

Ante eso, pido a Dios su luz. Me pongo en Sus manos para que se haga su voluntad y no la mía. Hago un alto. Me aquieto. Me conecto con mi esencia, con lo que yo soy y entonces, comprendo.

Me hago consciente de lo que me está pasando. Está claro que son las creencias del inconsciente las que sabotean lo que tanto me gusta. Por eso es tan importante recuperar la consciencia. El solo hecho de reconocer la presencia de los miedos e inseguridades les quita poder. Disminuye esa influencia invisible que abruma. Recupero la libertad y la autonomía.

Y es que cuando los efectos del miedo se manifiestan -el miedo paraliza, acorta la respiración, nubla los sentidos- es importante respirar y hacer un alto para reponernos.

A través del miedo mi cuerpo me está hablando, me he entrenado para escucharlo. Hago consciente lo que me pasa, aquieto mi mente parlanchina y la cortina de humo se esfuma. Desaparece. Puedo ver. Reviso los paradigmas y creencias ocultas. Agradezco al Creador el talento que me ha concedido y le pido ser útil. Me desprendo de los resultados. Los dejo en Sus manos.

Surge de nuevo la emoción. Escribo estas líneas. Qué felicidad ser yo misma otra vez, la alegría me arropa. Sucede cuando me reconecto. Doy gracias.

re-conexioncdz.blogspot.com

Comentarios