El país del Sagrado Corazón de Jesús

Clara de Zubiria de Meléndez

“El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”

No entiendo por que siendo tantos los beneficios que provienen de consagrarnos al Corazón de Jesús, en ocasiones usamos este término en son de burla y desesperanza. Quiero proponer una reflexión con motivo de la fecha que hoy los colombianos celebramos.

Por tradición hemos sido un país creyente en un Ser cuya importancia ha sido tal, que a partir de su venida se dio inicio a un nuevo calendario. Borrón y cuenta nueva. Empezó a regir el mandamiento del amor; que nos amaramos unos a otros fue precisamente lo que vino a enseñarnos este maestro.

La devoción al Sagrado Corazón comenzó desde que se le apareció a Santa Margarita María Alcoque, quien fue canonizada por el papa Benedicto en 1920, y cuyo cuerpo se conserva incorrupto hasta la fecha; a ella, Jesús le dio la misión de enriquecer al mundo entero con los tesoros de esta consagración, y le dijo que quienes le oraran con fervor, recibirían muchas gracias divinas.

Durante la Guerra de los Mil Días, la iglesia le pidió al Gobierno de Colombia que nombrara como patrono oficial al Sagrado Corazón de Jesús, la propuesta fue aceptada y cinco meses después, el 21 de noviembre de 1902 se firmó el Acuerdo de Paz de Wisconsin. Queda la incógnita de si habernos retractado de dicha consagración en la constitución del 91, haya influido en la situación actual. Sin embargo, quienes creemos en Él conservamos esta costumbre.

¿Que significa consagrarnos al Sagrado Corazón de Jesús?

Significa que ante nuestra debilidad frente a la situación actual, sintamos la necesidad de pedirle ayuda a un poder superior.

Significa buscar que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades.

Significa que creemos en el amor.

Significa buscar la tranquilidad que nos brinda el sabernos protegidos, dejándole a Él nuestras tribulaciones: “Sagrado Corazón de Jesús en vos confío”.

¿Porqué el amor? Porque el amor encierra todo lo bueno, si hubiera más amor en el mundo tendríamos menos violencia, injusticia, desigualdad... Porque el amor es nada menos que un camino propicio para vivir bien unos con otros; el verdadero amor invita a dejar atrás el “ojo por ojo y el diente por diente” y otras conductas que impiden una sana convivencia. “San Agustín lo resumió así: “Ama y haz lo que quieras”.

La intención de ponernos en las divinas manos de Jesús, fuente de amor, contiene una fuerza superior; ahora que estamos en negociaciones para alcanzar la paz, urge aunar voluntades y entregar nuestra patria al amoroso y sabio cuidado del Sagrado Corazón, con la certeza de que tiempos mejores están por llegar. Y siendo sensatos e inteligentes podemos consagrarle, no solo nuestro país, sino nuestras vidas, pues como dice el adagio popular con gran sabiduría: “El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”.

Comentarios