Crónica de un desabastecimiento anunciado

Camilo E Delgado Herrera

El sentido común, el menos común de los sentidos, es definido como los conocimientos compartidos por una comunidad, considerados prudentes, lógicos o válidos, que no requieren de estudio o investigaciones teóricas, sino que surge en la vida cotidiana a partir de las experiencias. Se trata de la capacidad natural de juzgar los acontecimientos y eventos de forma razonable.

Acudiendo a ese sentido común la experiencia nos enseña que antes de construir una vivienda (o mil 100) lo primero que debe verificarse, por ser consustancial y necesario para su habitabilidad, es la disponibilidad real de servicios públicos, principalmente acueducto y alcantarillado.

Sin embargo hoy, mas de un año después de haber planteado la discusión sobre la disponibilidad de agua que en el papel otorgó el representante legal del acueducto comunitario Acuaboquerón al Ibal S.A. E.S.P., certificando la supuesta “capacidad” de “garantizar” el suministro del preciado liquido al proyecto urbanístico Multifamiliares El Tejar, compuesto por mil 100 apartamentos, sin afectar las mas de 830 familias usuarias del acueducto, la verdad comienza a conocerse y el sentido común a confirmarse.

Haciendo memoria, en ese entonces la mencionada disponibilidad tuvo como fundamento dos aspectos: el primero, la supuesta “capacidad” que tendría la quebrada El Tejar para suministrar agua 24 horas al día, siete días a la semana, a los usuarios de Acuaboquerón, incluyendo las mil 100 nuevas familias que entrarían a ser parte de esta comunidad, aspecto ratificado por el Gerente del Ibal y, segundo, el compromiso de ejecución de las obras de captación y conducción de agua que permitiría traer el preciado liquido desde las quebradas Pontezuela, El Rincón y La Cristalina, ubicadas en el sector de las veredas Cataima, El Ingenio y Peñaranda, hasta la planta de tratamiento de Acuaboquerón.

Sin embargo, el panorama actual es obtuso y complejo. Hoy tanto las primeras 500 familias residentes en El Tejar como los habitantes de Boquerón sufren todo un calvario por cuenta de la clara ausencia de planeación y previsión del Gobierno municipal respecto los efectos de la variabilidad climática y la falta de atención a los reclamos de la comunidad residente en el sector, haciéndolos vivir en un racionamiento obligado donde el agua que se suministra es insuficiente para todos los habitantes que demandan la prestación del servicio.

Conscientes en que de nuevo seremos tildados, como hace un año, de “mentirosos” “agitadores” y “desinformadores”, lo único cierto es que en esta temporada de verano la escasez de agua en la quebrada El Tejar es una realidad, su caudal ha disminuido en más de un 50%, como lo advertían miembros de la comunidad quienes aplicando sentido común alertaban sobre la imposibilidad de satisfacer la demanda del liquido en esta zona; la captación de Acuaboquerón no supera los 10 litros de agua por segundo; la planta de tratamiento que entraría a reforzar el suministro de agua aún no está terminada, y la conexión de las fuentes alternas de captación sigue siendo incierta.

¿Pudo evitarse o al menos haberse previsto esta situación? Digamos que, como en la novela de Gabriel García Márquez ‘Crónica de una muerte anunciada’, donde nunca hubo un crimen más anunciado que el de Santiago Nassar, sin que nadie hiciera algo para impedirlo, sí. ¿Pasará lo mismo con el desabastecimiento de agua anunciado en Boquerón, que todos lo saben pero nadie lo evita? Sólo la historia nos lo dirá, el problema es que dependerá de quien la está escribiendo, bien sea porque tome decisiones acertadas y planeadas o de manera apresurada e improvisada.

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