Sí a la paz, sí al fin del conflicto

Camilo E Delgado Herrera

Amigo lector, permítame iniciar esta columna haciéndole una pregunta: ¿Para usted cuánto vale la vida de una persona?. La respuesta es bastante obvia: la vida humana, como bien sagrado, no tiene precio, y esto cobra gran importancia en el marco de la discusión que hoy tiene polarizado a nuestro país, por cuenta del plebiscito que se llevará a cabo el próximo domingo 2 de octubre para que los colombianos decidamos en las urnas si aprobamos o no los acuerdos alcanzados entre el Gobierno nacional y la guerrilla de las Farc Ep con ocasión de los diálogos de paz de La Habana, mediante el cual se busca la terminación del conflicto armado que desde hace más de 50 años libramos en Colombia contra este grupo armado al margen de la ley.

Hoy ha pasado más de medio siglo de lucha armada y la mal llamada “victoria militar” no ha llegado. Sin embargo, Colombia tiene la oportunidad de tomar una decisión histórica y trascendental decidiendo si avalamos el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, el cual está compuesto por seis ejes fundamentales:

1- Reforma rural integral; 2- Participación política y apertura democrática para construir la paz; 3- Cese al Fuego y de hostilidades bilateral definitivo y dejación de las Armas; 4- Solución al problema de las drogas ilícitas; 5- Reparación y resarcimiento de las víctimas, así como la garantía de no repetición de violaciones a los derechos humanos; y 6- Mecanismos de implementación y verificación del Acuerdo Final de Paz y de resolución de diferencias.

A propósito de lo anterior, permítame hacerle una segunda pregunta: ¿Usted ya leyó los Acuerdos?. Seguramente no, otros dirán que sí, muchos hasta especularán de haberlo hecho y recortarán apartes descontextualizados para justificar su rechazo a cualquier posibilidad de acuerdo de paz con este grupo subversivo, pero vale la pena oponerse bajo falsas premisas como afirmar que el “castro-chavismo” se va a tomar nuestro país o que alias “Timochenko” va ser presidente de la república o que no va haber entrega de armas, falacias que increíblemente han tenido eco en algún segmento de Colombianos que con veneración repiten las mentiras de quienes acuden a estas sucias estrategias para promover el no al plebiscito.

Mas allá de estas circunstancias tengamos en cuenta algo: procesos de paz perfectos no existen, guerras perfectas tampoco, sin embargo la principal diferencia entre una y otra es que mientras en los primeros pueden evitarse la pérdida de vidas humanas inocentes, en las segundas el número de víctimas entre muertos y heridos (en su mayoria a la población civil y combatientes), desaparecidos y desplazados es incalculable.

Usted, amigo lector, ¿qué prefiere?. ¿Un acuerdo imperfecto pero posible y sujeto a verificación o una guerra perfecta sin importar las vidas humanas que se pierdan?. Hagamos memoria: hace mas de 68 años Jorge Eliécer Gaitán entonaba esta lapidaria sentencia: “Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal”.

Han pasado más de 50 años desde la muerte del Tribuno del Pueblo y las aguas en nuestro país no han podido regresar a su nivel normal. Por eso, este momento histórico para Colombia no se puede perder, de allí la invitación para todos le digamos Sí a la paz. #SiALaPaz

P.D. Una última recomendación: Prohibido destruir amistades por causa de nuestra intención de voto en el plebiscito.

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