Y el robot escribió

Hace un año un temblor de magnitud 3.2 sacudió la parte central de la costa de California a las 5:28 de la madrugada.

En la página web de Los Ángeles Times, el periódico más grande de ese estado, la noticia se reportó ocho minutos después, con todos los detalles técnicos junto a un mapa que mostraba exactamente el epicentro del mismo.

La noticia es que la nota completa la escribió un software, un “robot”, que un periodista del diario, Ken Schwencke, había programado para detectar ciertas palabras en las alertas noticiosas del Servicio Geológico Americano, que usaría luego para escribir estos reportes de manera casi instantánea.

Este es uno de los ejemplos de una tecnología que se utiliza desde hace ya un par de años en unas docenas de periódicos y servicios de noticias en Estados Unidos.

Se trata de algoritmos de inteligencia artificial que son entrenados para detectar las palabras clave de un conjunto de noticias y datos, para que, con la ayuda de plantillas y otros algoritmos alimentados y creados por periodistas de carne y hueso, puedan crear artículos que luzcan perfectamente naturales y que reporten lo más relevante de esas noticias, sin errores, en un tiempo récord.

La empresa más avanzada en este campo, “Narrative Science”, se creó en el corazón de la tecnología periodística, en la escuela de periodismo de Medill, parte de la Universidad de Northwestern en Evanston, IL.

Allí, en el 2009, se unieron expertos de las áreas de sistemas y de periodismo, y como parte de un proyecto de clase crearon un pequeño robot que escribía noticias deportivas a partir de resultados y estadísticas de los juegos de béisbol universitario.

El proyecto se presentó al final del semestre a directivos de grandes medios, y a partir de su asombro y expectativa, nació la compañía, cuyo principal cerebro es Kristian Hammond, quien asegura que su software ganará un premio Pulitzer en menos de cinco años.

La competencia por la inmediatez de las noticias obliga a utilizar tecnologías como estas.

A propósito, y por las dudas, esta nota todavía la escribe un ser humano.

Credito
RENÉ DI MARCO

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