Perfiles de los Reyes Magos

Estos reyes magos eran más raros que un camello con tenis. Eran incapaces de sacar un conejo o una paloma de un sombrero. Eran magos en la acepción antigua de “hombres sabios”. Pero si no eran magos, eran reyes, o sea, inútiles por definición. Nacieron en rancia cuna. Esa fue su gracia.

El rey Melchor siempre iba adelante. Le encantaba ser el primero así fuera en la soledad del desierto.

Se tomó por asalto el liderazgo de la banda de los tres. En el desierto sabía orientarse por el silbido del viento. Así inventó la meteorología.


Adivinaba el futuro, lo que no es ninguna gracia. Pero encimaba el pasado.

Melchor todo lo convertía en plata como otro rey que anda suelto por ahí, un tal Midas. Por eso, siempre se despedía así de sus amigotes: como el tiempo es oro, no te quito más plata.

Se desestresaba de las largas caminatas en el desierto haciendo yoga en la única joroba de su parsimonioso jumento, la limusina o aerobús del desierto.


El camello es el logotipo de la lentitud. Fue el creador del movimiento slow que tiene esta divisa: “Despacio también es rico”. Era un tipazo este rey. Parecía un testigo de Jehová.


Gaspar era el astrónomo del club. Desde que vio la estrella de Belén se dio el caso de amor a primera vista entre el hombre y el infinito.


Nació para ser segundo. Fue quien descubrió que el segundo es el primero de los derrotados. Le gustaba ser el eterno dos, porque así se ahorraba el estrés de ser líder.


A Gaspar le tocó poner la mirra que es una "gomorrosina en forma de lágrimas, de gusto amargo, aromática, roja, semitransparente, frágil y brillante en su factura". (Está claro que si Jesús hubiera nacido hoy le habrían regalado Blackberry, televisor anoréxico y DVD).


Gaspar descubrió que la mirra era medicinal y que servía para embalsamar cadáveres que quedaban como para ir a una boda. O a un entierro, que es casi lo mismo.  


La historia ha sido avara con Baltasar. Siempre lo ubican de último en el pesebre. Como era negro de pelo quieto, lo discriminaban. Salvo en esta nota donde recibe espléndido tratamiento.


Digamos que era un negro sabrosón, gocetas. “Balta”, para sus amigos de rumba, sabía que los últimos serán los primeros. Y así fue: aprovechó un descuido de sus colegas para adelantárseles. Fue el primero en presentarle sus respetos a Emmanuel.


Nunca se podrá decir de Baltasar que fuera un lambón, así haya sido el del incienso. De los tres, fue el que mejor la pasó en la travesía porque iba en un camello que los "expertos" denominamos "bactriano", o sea, que tiene dos jorobas, una de las cuales se puede habilitar como almohada, o para hacerse cosquillas, el baño turco de los pobres. ¿La otra joroba para qué? Averígüelo, Vargas.


Administraba la plata que recaudaron para la travesía. No se perdió un dracma. Es el patrón de los honrados. Veía un corrupto y se le dañaba el dulce de dátiles que le preparaba su abuela.


Como no había mucho qué comprar, ni dónde, al Negro Baltasar le sobró plata. Con lo que le quedó depositaba regalos en los zapaticos que los optimistas sin remedio seguimos colocando el seis de enero detrás de alguna puerta.


(oscardominguezg@etb.net.co)

Credito
ÓSCAR DOMÍNGUEZ G.

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