Historias de locos bajitos

A petición del público, como dicen los circos pobres pero honrados que se despiden varias veces, vuelvo con mis historias, no sin antes pasar la ponchera para pedir la limosnita de anécdotas similares:

“Mami, cuando esté grande quiero ser profesora de perros. Les voy a enseñar a ser buenas personas. (Calla). Y también me gustaría ser profesora de personas para que sean buenos perros”. (Gabriela).

"¿Por qué los abuelos son los papás de los papás de uno?", pregunta Jerónimo.


Cuando mi hijo Santiago tenía tres años se preguntaba si había mar para niños.

Al día siguiente de la incineración de su tío, Katya, 5 años, le preguntó a su mamá: - Mami, ¿y al abuelito por qué lo inseminaron?   

Los niños, cuando comienzan a hablar de corrido a los 3 años, producen frases absolutamente originales. (Chomsky)

Cuenta una madre: “Cuando estaba niño, mi hijo me decía: Mami, te quiero hasta el techo del cielo”.

Papá, comenta el niño, he estado pensando mucho en lo que nos dijiste durante la cena, de que tenemos que ir pensando en qué queremos ser cuando seamos mayores, y ya lo sé». «¿Y qué es lo que quieres ser?». «Haragán», me respondió.


Un adulto de los de hoy recuerda que siendo niño le preguntó a su padre: si el agua entra a la casa por un tubo en el primer piso, ¿cómo llega hasta el segundo?. Y aquí la respuesta surrealista de su taita: "El agua sube porque en los tubos el agua sube sin necesidad de subirla".


De niño, Luisito miraba el radio por detrás buscando a esos señores que hablaban y veía unos muñequitos transparentes parados adentro, con una lucecita prendida. “Yo creía que esos eran los que hablaban. Después una señora me dijo que esos eran los tubos y fue peor porque yo no sabía que los radios funcionaban con agua...”.


Mi hijo Camilo, hoy un gran negociante, me sugirió un día que pasamos por una caseta de peaje. "Papá, este es muy buen negocio, ¿por qué no ponemos un peaje?”.


“Mami, cuando yo mande, voy a prohibir que les echen escupas a las estrellas fugaces. Pero si les quieren rezar o pedirles deseos, no será prohibido". (Tata)


Cuenta un padre que también colecciona historias como estas: “De niño solía jugar a hacerme el muerto. Mi hermanita me pedía que no jugara así porque de pronto me quedaba muerto de verdad”.


Y para estar a tono con los 100 años del periódico, un amigo recuerda este episodio que vivió de niño: “¿Y qué tal el descreste cuando El Colombiano llegaba por debajo de la puerta a las 6:00 de la mañana y el que nos llegaba a nosotros era igual a todos los de las casas vecinas? Yo pensaba cuánto habían trabajado esos señores esa noche escribiéndolos y dibujándolos a mano todos igualiticos”.

Credito
ÓSCAR DOMÍNGUEZ GIRALDO

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