De nuevo la peste del olvido

La capacidad de nuestra memoria es tan baja que el recuerdo de cualquier suceso, por trascendencia que haya tenido, dura menos de lo que puede permanecer un merengue en la mesa de una guardería,

al punto que ahora resulta, dizque como la gran novedad y el gran descubrimiento de los medios de comunicación, que la Universidad pública dizque está infiltrada por las fuerzas reaccionarias y fundamentalistas de izquierda, constituyéndose en la gran noticia que hoy está asombrando a Colombia.

Olvidándonos que tal cosa viene dándose de tiempo atrás, tanto que ya hace parte de nuestro folclor como una versión izquierdosa y a la criolla de los matachines que poco o nada cambian, claro que menos colorida y mas monótona que la del Guamo, con las mismas arengas revolucionarias, idénticos grafitis y pancartas idem, fotos del Che y de Camilo haciendo parte del decorado de esos centros docentes amarilladas por el tiempo, al igual que los encapuchados de negro hasta los pies vestidos como “el mohán” y portando en sus morrales papas-bomba y los volantes de siempre invitando a la subversión contra el gobierno de turno “reaccionario, tiránico y lacayo del imperialismo Yankee”, cualquiera que este sea y sin distingo alguno.

En algo que viene dándose sin solución de continuidad desde la década de los 60 del siglo pasado, 40 años antes de que tales ideologías se hundieran, carcomidas por su ineficacia para llevar al proletariado al paraíso de la igualdad y la productividad prometido.

Bastaría revisar las fotos de entonces para identificar a Petro, al senador Robledo, a “papá Noel” Gaviria, a Navarro Wolf, a Carlitos Lozano, al “Loco” Llano, a Aguja, al neoindígena Gordillo y, por supuesto, a Piedad, que era tan distinta antes de la liposucción y sus 40 cirugías estéticas, tirando piedra ventiada a la manera del mejor pitcher de las grandes ligas contra la policía de antaño, que por entonces estrenaba sus escudos plásticos.

Siempre formados en minúsculos grupos bulliciosos e hiperactivos cuyo coeficiente intelectual o I.Q. que llaman, sólo les ha dado para malentender a Marx y creer que el Che, Fidel, Camilo o Tirofijo entonces, o Cano, Chávez o Evo sus profetas de la hora de ahora, sin trabajo ni esfuerzo los sacarán del atraso y la pobreza hacia la opulencia gracias a que embadurnaron las paredes con eslóganes tan originales como “un pueblo unido jamás será vencido”, “patria o muerte, venceremos”, “ni un paso atrás, ni p’a coger impulso” o “viva Cuba, territorio libre de América”.

Lo grave es que por la algazara que arman, en todo tiempo le han hecho creer a la opinión desprevenida y a los medios que a falta de otras noticias amplifican sus actuaciones, que allí están todos los que estudian en las universidades públicas, sin excepción, acompañados de sus maestros y directivos y que en esos claustros sólo se juega a la revolución.

Aquí en el Tolima los hemos tenido y los seguimos teniendo dando de cuando en vez sonoras señales de vida como ahora contra la ley 30, poniéndole oficio a las papas explosivas que con tanto primor construyen en tiempos de holganza y tranquilidad, lanzándolas por doquier y dando la oportunidad a la policía de que use los trajes antimotines de sus “robots”.  

Tanto han permanecido entre nosotros que parece, que por lo enraizados que ya están en nuestras costumbres (como la lechona, los tamales de arroz y los matinales graznidos de Arnulfo), se ganaron el derecho a desfilar en el “San Juan” de Félix y la pequeña Betty.

Credito
DON SEVERO

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