cuando no a aplaudir o vivar el desempeño de los pedalistas en las competencias de ruta o en las muchas vueltas a Colombia que hoy existen-, observamos con pasmo y desconcierto los gastos en que incurren los candidatos a AlcaldÃa, Gobernación, Asamblea y Concejo en esta musical tierra de jipatos.
Vallas, pasacalles, fotos, tarjetas, volantes, avisos, mensajes radiales, camisetas, transporte, cantos, jingles, plurales sedes, comunicados, comida, música y trago ventiao de aquel que embellece al candidato, más salarios para jefes de campaña, asesores de publicidad, consejeros de imagen y hacedores de discursos entre muchos otros, ponen al descubierto cifras que desbordan por mucho los ingenuos topes impuestos por un candoroso Consejo Nacional Electoral, que acaso apenas si alcanzan a lo que los aspirantes dedican a su caja menor.
Aterrándonos hasta el arrobamiento cuando nos enteramos de que los apoyos electorales de jefes de barriada, lÃderes comunales y demás especies menores, contrario a lo que señala el tradicional pasodoble sobre el cariño verdadero, “si se compran y se venden†al mejor postor por cifras que por sus ceros a la derecha acrecientan exponencialmente los gastos de cada campaña.
Sin contar con lo que cuesta un “pasabordo polÃtico†o aval para acceder a las listas, adquirido al precio que sea en ese mercado persa bautizado por la sabidurÃa popular como “la feria de los avalesâ€.
Haciendo que terminemos cual Sócrates nativo en mayéutico ejercicio, preguntándonos y preguntando a todo aquel que se cruza con nosotros en la calle, ¿de dónde diablos sale tanto billete p’a gastar y cuál es el encanto de aquellos cargos y curules p’a que tanta gente quiera tirarse ese montonón de plata p’a llegar a ellas?
¿Será que es tan grande su amor al terruño, que a riesgo de quedar en la ruina aspiran a salir elegidos para poder brindar a sus paisanos un mejor futuro?
¿O será, acaso, que ese platal que los candidatos gastan a manos llenas, sin saber si el resultado de las urnas los va a favorecer o no, poco importa porque es de lo que de un tiempo p’acá llaman “dineros calientes†o de los que sin ser calientes también queman, como los que “regalan†aquellos que quieren llegar a tener acceso directo al aspirante e influir en sus actuaciones y a través suyo, obtener mañana jugosos contratos o influencias que les favorezcan “sus negocitos�
¿O será plata bien habida y trabajada?, que yo no creo, porque yo aprendà desde güámbito que el billete logrado con esfuerzo y luchado se derrocha, dilapida o tira que llaman, si no se guarda y gasta con prudencia, cuidado y mesura.
¿Habrá por aquà alguien capaz de contestarme acertadamente y explicar con claridad estos interrogantes, para hacerse millonario con su respuesta?
Comentarios