Se les pasó el cuarto de hora

Entre su arrogancia y la pérdida total de contacto con la realidad, desaprovecharon aquel cuarto de hora, como dejaron pasar el que cada una de las muertes de sus jefes les ha brindado, para manifestar ante la opinión global su intención de cerrar su agotado ciclo.

El país ha sido generoso en demasía con ellos, pues ya son muchas las opciones que les ha brindado para que cejen en la lucha y se reintegren a la sociedad con lo poco de dignidad que les pueda quedar, -si alguna vez la tuvieron-, y todas las han frustrado dando muestra fehaciente de su desdén por la democracia y la paz.

La más notable de todas, la mano generosamente tendida y sin condiciones por el presidente Pastrana; tal vez fue la oportunidad extrema que se les dio, la cual fue interpretada por los sediciosos, en su arrogancia triunfalista, como un reconocimiento a su fuerza y  la cercanía de su triunfo militar.

Citicos: ¡Su torpeza es sólo comparable a su sevicia!

Cuán equivocados estaban, como lo siguen estando al pensar que el pueblo colombiano, así fuera bajo la amenaza de sus criminales procedimientos y la fuerza de sus armas, pudiera terminar por aceptar su anacrónico discurso fundado en un credo que el tiempo y la inteligencia universal ya envió al cajón de los desechos por falaz, inhumano y contrario a la tendencia de la historia.

Entre su arrogancia y la pérdida total de contacto con la realidad, desaprovecharon aquel cuarto de hora, como dejaron pasar el que cada una de las muertes de sus jefes les ha brindado, para manifestar ante la opinión global su intención de cerrar su agotado ciclo.

Les evitaría “el oso” que vienen haciendo ante la opinión universal que ya los graduó “cum laude” de anquilosados dinosaurios y mentecatos irredentos, luego de haberlos distinguido universalmente y por décadas como terroristas y bárbaros asesinos.

La “viveza” que junto con el billete del tráfico de narcóticos derrocharon en el Caguán, develó su verdadera condición: “traquetos” y narcos disfrazados de “robinjudes” humanistas y valientes adalides del pueblo, que secuestran y torturan ancianos, mujeres y niños y masacran seres humanos por la espalda en estado de total indefensión, como una vez lo hicieron con Consuelo Araújo, los diputados del Valle y muchos otros y esta vez con los cuatro secuestrados Édgar Duarte, Élkin Hernández, José Martínez y Álvaro Moreno.

Sólo Chávez, Ortega y Evo, esos tiranuelos de opereta que han montado en nuestro vecindario el inefable “eje del pasado” que los llevará ineluctablemente hacia el despeñadero político, han creído que su empatía manifiesta con esos ígnaros asesinos, puede llegar a granjearles algún beneficio frente a la opinión universal.

Porque hasta el decrépito comandante Castro, que fue el inspirador de la alocada aventura de esta banda delictual, por allá a mediados del siglo pasado, ya en el ocaso de sus días está entendiendo que ningún propósito puede justificar el terrorismo que sólo repudio inspira.

La opinión hastiada de ellos, tiene en su contra un incancelado sentimiento de indignación como nuevamente lo demostrará multitudinariamente el 6 de diciembre próximo.

Para entonces con el agitar de banderas al viento, Colombia les dará otra dosis de repudio superior a la del 4 de febrero de 2008, que ojalá entiendan y los decida a reinsertarse a la vida civilizada.

Credito
Don Severo

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