Rodrigo Marín Bernal

Eduardo Durán

Rodrigo Marín Bernal era un hombre excepcional: de figura impactactante, rostro trascendental y de ademanes armoniosos, sabía hablar como lo hicieron sus antepasados de la generación llamada de los greco-caldenses: con inteligencia, con precisión, con lenguaje certero y armonioso. Y lo sabía hacer en todos los escenarios; en el social, en el del foro, en el del parlamentario, en el diplomático, y desde luego también, en la plaza pública.

Y es que en su trayectoria vital siempre fue un hombre trascendental, que se esforzaba por acertar, por profundizar, por aportar, por crear, por dar lo máximo de su talento, y lo hacía con la responsabilidad de quien se había preparado suficientemente para actuar.

Pero era a su vez un hombre ecuánime, de una amabilidad desbordante, y generoso cuando tenía que hacerlo frente a las circunstancias y frente a los migos. En las conversaciones pasaba de una mirada fija, atenta y solemne, a unas carcajadas que sabían celebrar el apunte oportuno y el chipazo vivaz.

Familiarmente era todo de admirar: su amor profundo por su esposa, Nany; su ternura y orgullo por sus hijos, su felicidad sin límite ante sus nietos, y podríamos agregar su fidelidad y admiración por sus amigos sinceros, para quienes siempre tenía el consejo oportuno, la solidaridad presente, la admiración merecida o la muestra de cariño espontánea.

En su ciclo profesional fue brillante, y en su carrera política de unos alcances mayores, que lo llevaron por cuatro ministerios, por el Congreso en sus dos cámaras y por el mundo diplomático en una de las embajadas más representatívas, como lo fue ante la de la Madre Patria.

En su extenso periplo vital, supo ser siempre un hombre fundamental que se notó en todo y que logró con esfuerzo y preparación el llamado de muchos de los grandes de ambos partidos para desarrollar tareas de dirección y de Estado que solo se le encomiendan a los grandes hombres.

Hoy ha partido definitivamente este regio varón, que el Departamento de Caldas dio al país para que fuera uno de sus grandes conductores.

Sus amigos, quienes siempre lo admiramos, lo recordaremos en toda la magnitud de su extraordinaria y valiosa personalidad y creemos que el camino sin retorno que ha iniciado, lo atraerá en toda la magnitud de su valor y su grandeza.

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